Hoy la "Parábola del sembrador" es como una
advertencia que no se ha de olvidar, y una invitación perenne a responder con
frutos al amor con el que Él cuida de nosotros. La fe nos permite reconocer a
Cristo en el prójimo, y Su mismo Amor nos impulsa a transformar la Palabra
recibida en vida entregada.
La fe sin la caridad no da fruto, y la caridad sin fe
sería un sentimiento constantemente a merced de la duda. La fe y el amor se
necesitan mutuamente, de modo que una permite a la otra seguir su camino. Con palabras
fuertes —que siempre atañen a los cristianos—, el apóstol Santiago dice: «Si no
se tienen obras, [la fe] está muerta por dentro (…). Muéstrame esa fe tuya sin
las obras, y yo con mis obras te mostraré la fe» (St 2,17-18).
—Sostenidos por la fe, miramos con esperanza a nuestro
compromiso en el mundo, aguardando unos cielos nuevos y una tierra nueva en los
que habite la justicia.
Comentario: REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de
textos de Benedicto XVI) (Città del Vaticano, Vaticano).