Día litúrgico: Domingo XXVII (B) del tiempo ordinario
Texto del Evangelio (Mc 10,2-16): En aquel tiempo, se
acercaron unos fariseos que, para ponerle a prueba, preguntaban: «¿Puede el
marido repudiar a la mujer?». Él les respondió: «¿Qué os prescribió Moisés?».
Ellos le dijeron: «Moisés permitió escribir el acta de divorcio y repudiarla».
Jesús les dijo: «Teniendo en cuenta la dureza de vuestro corazón escribió para
vosotros este precepto. Pero desde el comienzo de la creación, Él los hizo
varón y hembra. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y los dos se
harán una sola carne. De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Pues
bien, lo que Dios unió, no lo separe el hombre». Y ya en casa, los discípulos
le volvían a preguntar sobre esto. Él les dijo: «Quien repudie a su mujer y se
case con otra, comete adulterio contra aquélla; y si ella repudia a su marido y
se casa con otro, comete adulterio».
Le presentaban unos niños para que los tocara; pero los
discípulos les reñían. Mas Jesús, al ver esto, se enfadó y les dijo: «Dejad que
los niños vengan a mí, no se lo impidáis, porque de los que son como éstos es
el Reino de Dios. Yo os aseguro: el que no reciba el Reino de Dios como niño,
no entrará en él». Y abrazaba a los niños, y los bendecía poniendo las manos
sobre ellos.
Comentario: Rev. D. Fernando PERALES i
Madueño (Terrassa, Barcelona, España).
«Lo que Dios unió, no lo separe el hombre»