Texto del Evangelio (Mc 12,1-12): En aquel tiempo, Jesús comenzó a
hablarles en parábolas: «Un hombre plantó una viña, la rodeó de una cerca, cavó
un lagar y edificó una torre; la arrendó a unos labradores, y se ausentó.
»Envió
un siervo a los labradores a su debido tiempo para recibir de ellos una parte
de los frutos de la viña. Ellos le agarraron, le golpearon y le despacharon con
las manos vacías. De nuevo les envió a otro siervo; también a éste le
descalabraron y le insultaron. Y envió a otro y a éste le mataron; y también a
otros muchos, hiriendo a unos, matando a otros. Todavía le quedaba un hijo
querido; les envió a éste, el último, diciendo: ‘A mi hijo le respetarán’. Pero
aquellos labradores dijeron entre sí: ‘Éste es el heredero. Vamos, matémosle, y
será nuestra la herencia’. Le agarraron, le mataron y le echaron fuera de la
viña.
»¿Qué
hará el dueño de la viña? Vendrá y dará muerte a los labradores y entregará la
viña a otros. ¿No habéis leído esta Escritura: ‘La piedra que los constructores
desecharon, en piedra angular se ha convertido; fue el Señor quien hizo esto y
es maravilloso a nuestros ojos?’».
Trataban
de detenerle —pero tuvieron miedo a la gente— porque habían comprendido que la
parábola la había dicho por ellos. Y dejándole, se fueron.
Comentario: Fr. Alphonse DIAZ (Nairobi,
Kenia).
«Envió
un siervo a los labradores a su debido tiempo para recibir de ellos una parte
de los frutos de la viña»