18-04-2014
En un ambiente de recogimiento y silencio se celebró la liturgia de la Pasión del Señor del Viernes Santo. Como marco, la Basílica de San Pedro iluminada de forma tenue para propiciar el clima de penitencia.
El Papa Francisco llegó pocos minutos antes de las cinco de la tarde. Al acercarse a la Cruz que estaba en el altar, se postró en el suelo para rezar en señal de humildad y adoración. El Papa se levantó con cierta dificultad ayudado por dos ceremonieros.
A continuación, dio la bendición a los tres diáconos que proclamaron el Evangelio de San Juan que relata la Pasión de Cristo.
El predicador de la Casa Pontificia, el fraile capuchino Raniero Cantalamessa, pronunció la homilía. Reflexionó sobre la figura de Judas Iscariote y dijo que, como en la época de Jesús, el dinero sigue siendo el "ídolo por antonomasia”.