“Ser cristianos no nos hace impecables y la soberbia y el
orgullo son un muro que impide ver el rostro misericordioso de Dios”, dijo el
Papa Francisco, en la catequesis de la Audiencia General del miércoles 13,
celebrada en la Plaza de San Pedro, y donde participaron más de 20 mil
personas.
El prólogo de la catequesis fue la narración evangélica de
la llamada de Mateo que, por ser publicano, es decir recaudador de impuestos en
nombre del imperio romano era considerado por los fariseos un pecador público.
Jesús, en cambio, lo invita a seguirlo y acepta compartir su mesa; no lo
excluye, como tampoco excluye a otros considerados pecadores, demostrando así
que también pueden convertirse en discípulos suyos. “Ser cristianos no nos hace
impecables -afirmó el Santo Padre- como el publicano Mateo, cada uno de
nosotros se confía a la gracia de Dios a pesar de sus pecados. Llamando a
Mateo, Jesús muestra a los pecadores que no se fija en el pasado, en la
condición social, o en las convenciones externas, sino que, más bien, les abre
un nuevo futuro”.