Mostrando entradas con la etiqueta El anuncio del reino. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta El anuncio del reino. Mostrar todas las entradas

jueves, 3 de marzo de 2016

El obrar de Cristo en el Espíritu Santo nos libera del demonio


Hoy consideramos que Cristo, actuando con el Espíritu Santo, se hace presente entre nosotros y nos defiende del mal. ¡Es absurdo que el demonio expulse al demonio! Tengamos sentido común: ¡es Cristo quien —con el "dedo" de Dios— echa a los demonios!

El anuncio del Reino es "acontecimiento": Palabra de Dios en Persona. Este anuncio es también una lucha contra las fuerzas del mal. El mundo antiguo vivió la aparición de la fe cristiana como una liberación del temor a los demonios que, a pesar del escepticismo y el racionalismo ilustrado, lo invadía todo. Para nosotros no hay más que un Dios y un solo Señor, Jesucristo (cf. 1Cor 8,4): en esta afirmación hay una fuerza liberadora, el gran exorcismo que purifica el mundo. Por muchos "dioses" que fluctúen en el mundo, ¡sólo uno es Dios y Señor!

—Con Jesucristo, Dios ha entrado en la historia de un modo totalmente nuevo: vivimos, de manera singular, el tiempo de la conversión y del arrepentimiento, y también el tiempo del júbilo.

Comentario: REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) (Città del Vaticano, Vaticano).

sábado, 28 de marzo de 2015

Evangelio del Sábado [28.03.2015]

Día litúrgico: Sábado V de Cuaresma


Texto del Evangelio (Jn 11,45-56): En aquel tiempo, muchos de los judíos que habían venido a casa de María, viendo lo que había hecho, creyeron en Él. Pero algunos de ellos fueron donde los fariseos y les contaron lo que había hecho Jesús. Entonces los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron consejo y decían: «¿Qué hacemos? Porque este hombre realiza muchas señales. Si le dejamos que siga así, todos creerán en Él y vendrán los romanos y destruirán nuestro Lugar Santo y nuestra nación». Pero uno de ellos, Caifás, que era el Sumo Sacerdote de aquel año, les dijo: «Vosotros no sabéis nada, ni caéis en la cuenta que os conviene que muera uno solo por el pueblo y no perezca toda la nación». Esto no lo dijo por su propia cuenta, sino que, como era Sumo Sacerdote aquel año, profetizó que Jesús iba a morir por la nación —y no sólo por la nación, sino también para reunir en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos—. Desde este día, decidieron darle muerte.

Por eso Jesús no andaba ya en público entre los judíos, sino que se retiró de allí a la región cercana al desierto, a una ciudad llamada Efraim, y allí residía con sus discípulos. Estaba cerca la Pascua de los judíos, y muchos del país habían subido a Jerusalén, antes de la Pascua para purificarse. Buscaban a Jesús y se decían unos a otros estando en el Templo: «¿Qué os parece? ¿Que no vendrá a la fiesta?». Los sumos sacerdotes y los fariseos habían dado órdenes de que, si alguno sabía dónde estaba, lo notificara para detenerle.

Comentario: Rev. D. Xavier ROMERO i Galdeano (Cervera, Lleida, España).

Jesús iba a morir por la nación, y no sólo por la nación, sino también para reunir en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos

miércoles, 29 de octubre de 2014

Francisco: La Iglesia no son sólo las parroquias o los obispos



29-10-2014

(Sólo vídeo) Francisco explicó durante la Audiencia General cómo Dios se hace presente en la cara visible de la Iglesia, a través de sus estructuras (las parroquias, los sacerdotes) y también los laicos.

Dijo que todos los bautizados, a pesar de sus limitaciones y defectos, pueden llevar la salvación a los demás como lo hizo Jesús.

Resumen de la Catequesis del Papa Francisco:

Queridos hermanos y hermanas:

sábado, 12 de abril de 2014

Evangelio del Sábado [12.04.2014]

Día litúrgico: Sábado V de Cuaresma


Texto del Evangelio (Jn 11,45-56): En aquel tiempo, muchos de los judíos que habían venido a casa de María, viendo lo que había hecho, creyeron en Él. Pero algunos de ellos fueron donde los fariseos y les contaron lo que había hecho Jesús. Entonces los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron consejo y decían: «¿Qué hacemos? Porque este hombre realiza muchas señales. Si le dejamos que siga así, todos creerán en Él y vendrán los romanos y destruirán nuestro Lugar Santo y nuestra nación». Pero uno de ellos, Caifás, que era el Sumo Sacerdote de aquel año, les dijo: «Vosotros no sabéis nada, ni caéis en la cuenta que os conviene que muera uno solo por el pueblo y no perezca toda la nación». Esto no lo dijo por su propia cuenta, sino que, como era Sumo Sacerdote aquel año, profetizó que Jesús iba a morir por la nación —y no sólo por la nación, sino también para reunir en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos—. Desde este día, decidieron darle muerte.

Por eso Jesús no andaba ya en público entre los judíos, sino que se retiró de allí a la región cercana al desierto, a una ciudad llamada Efraim, y allí residía con sus discípulos. Estaba cerca la Pascua de los judíos, y muchos del país habían subido a Jerusalén, antes de la Pascua para purificarse. Buscaban a Jesús y se decían unos a otros estando en el Templo: «¿Qué os parece? ¿Que no vendrá a la fiesta?». Los sumos sacerdotes y los fariseos habían dado órdenes de que, si alguno sabía dónde estaba, lo notificara para detenerle.

Comentario: Rev. D. Xavier ROMERO i Galdeano (Cervera, Lleida, España).

Jesús iba a morir por la nación, y no sólo por la nación, sino también para reunir en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos