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miércoles, 23 de agosto de 2017

Evangelio del Miércoles [23.08.2017]


Día litúrgico: Miércoles XX del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Mt 20,1-16): En aquel tiempo, Jesús dijo a los discípulos esta parábola: «El Reino de los Cielos es semejante a un propietario que salió a primera hora de la mañana a contratar obreros para su viña. Habiéndose ajustado con los obreros en un denario al día, los envió a su viña. Salió luego hacia la hora tercia y al ver a otros que estaban en la plaza parados, les dijo: ‘Id también vosotros a mi viña, y os daré lo que sea justo’. Y ellos fueron. Volvió a salir a la hora sexta y a la nona e hizo lo mismo. Todavía salió a eso de la hora undécima y, al encontrar a otros que estaban allí, les dice: ‘¿Por qué estáis aquí todo el día parados?’. Dícenle: ‘Es que nadie nos ha contratado’. Díceles: ‘Id también vosotros a la viña’.

»Al atardecer, dice el dueño de la viña a su administrador: ‘Llama a los obreros y págales el jornal, empezando por los últimos hasta los primeros’. Vinieron, pues, los de la hora undécima y cobraron un denario cada uno. Al venir los primeros pensaron que cobrarían más, pero ellos también cobraron un denario cada uno. Y al cobrarlo, murmuraban contra el propietario, diciendo: ‘Estos últimos no han trabajado más que una hora, y les pagas como a nosotros, que hemos aguantado el peso del día y el calor’. Pero él contestó a uno de ellos: ‘Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No te ajustaste conmigo en un denario? Pues toma lo tuyo y vete. Por mi parte, quiero dar a este último lo mismo que a ti. ¿Es que no puedo hacer con lo mío lo que quiero? ¿O va a ser tu ojo malo porque yo soy bueno?’. Así, los últimos serán primeros y los primeros, últimos».

Comentario: Rev. D. Antoni CAROL i Hostench (Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España).

«Los últimos serán primeros y los primeros, últimos»

jueves, 5 de noviembre de 2015

El "pecado original": ¡Oh, feliz culpa!


Hoy, las palabras del Señor nos dan luz para penetrar en el misterio del mal. Si Dios es bueno, ¿por qué permite el mal? Más aún: ¿por qué el "pecado original"? Una primera respuesta: después de haber terminado la creación, Dios no se retiró. ¡Ahí está la imponente obra de la redención!

Toda la creación apunta a nuestra filiación divina: ¡hijos de Dios! Y, por tanto, libres, con todas las consecuencias: Dios permite que el hombre "desbarate" sus planes. Sí, Dios ha permitido que Adán —con el "pecado de los orígenes"— derribara su proyecto, pero a condición de crear algo nuevo y mejor: Dios respondió entregándose con más fuerza aún en la persona de Cristo.

—Dios mío, quiero cantar —como en la Vigilia Pascual— el "Oh, feliz culpa, que nos ha merecido tan gran Redentor!". Tu perdón, Señor, es la mayor manifestación de la fuerza irrefrenable de tu amor, y mi conversión es la alegría del cielo.

Comentario: REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) (Città del Vaticano, Vaticano).

martes, 18 de agosto de 2015

El pecado original: una "perturbación" en los orígenes


Hoy, asombrados como los discípulos, volvemos a escuchar que la salvación es imposible para el hombre. Así de radical es el daño que nos afecta a todos después de la "perturbación" de la creación en sus orígenes. Las imágenes del "Génesis" son elocuentes.

Nuestros primeros padres, desde un "estar desnudos sin experimentar vergüenza" (la inocencia originaria), pasan a cubrirse, esconderse, tener miedo y echarse las culpas... Entre medio hay el pecado original: cayeron en la "ilusión" (¡un espejismo!) de una autosuficiencia que es imposible: creer que serían tan poderosos como Dios si "manipulaban" el "árbol del conocimiento del bien y del mal". Se trata de una perturbación "moral", radicada en el drama de la libertad humana: somos libres para actuar con amor, pero no para inventar el amor. Así fue como, caricaturizando la ley moral, el "Maligno" logró que la humanidad se cerrara al amor de Dios.

—Señor, Tú eres el Camino, la Verdad y la Vida: concédeme vivir de ti, que eres el Amor.

Comentario: REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) (Città del Vaticano, Vaticano).

martes, 14 de julio de 2015

La conversión


Hoy nos impresiona mucho la queja de Jesús. Casi que no podemos imaginarnos a Jesucristo —Infinita Misericordia— maldiciendo a esas ciudades. Pero no es tanto un enfado, sino un grito de dolor divino, porque los corazones humanos rechazan el amor de Dios.

La conversión es imprescindible en nuestra vida, porque somos débiles: ¡estamos "tocados" por el pecado original! Hemos de reconocer que nos cuesta entender y hacer el bien, y cometemos ofensas. Lo razonable, por tanto, es rectificar, convertirse y pedir perdón a nuestros hermanos y a nuestro Señor. Si no lo hacemos, entonces, dejamos de percibir el amor del Dios que nunca deja de amar.

—Señor, sé que Tú nunca me abandonas, ni siquiera cuando te ofendo. Concédeme un corazón noble para no engañarme escondiendo mis culpas. Dame la "valentía" de dejarme perdonar por ti. No permitas que me aleje de ti por la falta de penitencia. Quiero reposar en tu misericordia.

Comentario: Rev. D. Antoni CAROL i Hostench (Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España).

lunes, 8 de diciembre de 2014

La "Inmaculada" Concepción de la Virgen María

Hoy celebramos que María es "In-maculada" (sin-mancha), santa, desde que fue concebida: como un favor divino singular, Dios le evitó el "contagio" del pecado original. El relato maravilloso del anuncio a María, nos ayuda a entender el contenido del título de "Inmaculada".

El saludo del ángel está entretejido con hilos del Antiguo Testamento. María, la humilde mujer de provincia, que proviene de una estirpe sacerdotal, es el "resto santo" de Israel, al que hacían referencia los profetas en todos los períodos turbulentos. En Ella está presente la verdadera Sión: en su corazón Dios encuentra descanso. Ella es el retoño que, en la oscura noche invernal de la historia, florece del tronco abatido de David: de Ella germina el árbol de la redención. Dios no ha fracasado, como podía parecer al inicio de la historia: Dios salvó y salva a su pueblo.

—María, tú eres el Israel santo; tú dices "sí" al Señor, te pones plenamente a su disposición y, así, te conviertes en el templo vivo de Dios.

Comentario: REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) (Città del Vaticano, Vaticano).

jueves, 6 de noviembre de 2014

El "pecado original": ¡Oh, feliz culpa!


Hoy, las palabras del Señor nos dan luz para penetrar en el misterio del mal. Si Dios es bueno, ¿por qué permite el mal? Más aún: ¿por qué el "pecado original"? Una primera respuesta: después de haber terminado la creación, Dios no se retiró. ¡Ahí está la imponente obra de la redención!

Toda la creación apunta a nuestra filiación divina: ¡hijos de Dios! Y, por tanto, libres, con todas las consecuencias: Dios permite que el hombre "desbarate" sus planes. Sí, Dios ha permitido que Adán —con el "pecado de los orígenes"— derribara su proyecto, pero a condición de crear algo nuevo y mejor: Dios respondió entregándose con más fuerza aún en la persona de Cristo.

—Dios mío, quiero cantar —como en la Vigilia Pascual— el "Oh, feliz culpa, que nos ha merecido tan gran Redentor!". Tu perdón, Señor, es la mayor manifestación de la fuerza irrefrenable de tu amor, y mi conversión es la alegría del cielo.

sábado, 1 de noviembre de 2014

“Dejar que Jesús crezca”


Una fiesta de hondo arraigo popular, la Fiesta de Todos los Santos, es un motivo para reflexionar sobre un tema esencial en la vida cristiana: la santidad. Jesucristo nos puso la meta: “sean santos como su Padre Celestial es santo” (Mt 5,48). Dios es santo en esencia. Nosotros somos pecadores. Por eso, para nosotros el camino hacia la santidad significa salir de nuestro pecado y, por y con la gracia del Señor caminar hacia nuestra salvación.

martes, 19 de agosto de 2014

El pecado original: una "perturbación" en los orígenes


Hoy, asombrados como los discípulos, volvemos a escuchar que la salvación es imposible para el hombre. Así de radical es el daño que nos afecta a todos después de la "perturbación" de la creación en sus orígenes. Las imágenes del "Génesis" son elocuentes.

Nuestros primeros padres, desde un "estar desnudos sin experimentar vergüenza" (la inocencia originaria), pasan a cubrirse, esconderse, tener miedo y echarse las culpas... Entre medio hay el pecado original: cayeron en la "ilusión" (¡un espejismo!) de una autosuficiencia que es imposible: creer que serían tan poderosos como Dios si "manipulaban" el "árbol del conocimiento del bien y del mal". Se trata de una perturbación "moral", radicada en el drama de la libertad humana: somos libres para actuar con amor, pero no para inventar el amor. Así fue como, caricaturizando la ley moral, el "Maligno" logró que la humanidad se cerrara al amor de Dios.

—Señor, Tú eres el Camino, la Verdad y la Vida: concédeme vivir de ti, que eres el Amor.