Introducción:
El
Monte Carmelo, cuya hermosura ensalza la Biblia, ha sido siempre un monte
sagrado. El profeta Elías lo convirtió en el refugio de la fidelidad al Dios
único y lugar de encuentro con el Señor. En tiempo de las Cruzadas, ermitaños
cristianos inspirados por la vida y espíritu del profeta, se acogieron en las
grutas de aquel monte reuniéndose en torno a una iglesia que dedicaron a la
Virgen María, tomándola como patrona de su grupo. Llegados de Oriente a Europa
en el siglo XIII, extendieron la devoción a María bajo la advocación del
Carmen; advocación enriquecida con el don del Escapulario, que es para los que
lo visten signo de protección, estímulo de imitación y promesa de salvación.
Por eso le pedimos hoy al Señor que nos haga llegar, gracias a la intercesión
de la Virgen María, hasta Cristo, monte de salvación.
En
el nombre del Padre…