Hay muchas instituciones en la Iglesia, ¿por qué una nueva?
Eso habría que preguntárselo al Espíritu Santo, pero no sólo con respecto a los Franciscanos de María, sino a las muchas fundaciones que él hace surgir continuamente en la Iglesia. ¿Hacían falta las Misioneras de la Caridad de la Madre Teresa, cuando ya había congregaciones dedicadas a ayudar a los pobres? ¿Y los salesianos de San Juan Bosco, cuando ya había instituciones dedicadas a la enseñanza? Sin embargo, sin estas dos familias religiosas, por poner sólo un ejemplo, la Iglesia se habría perdido dos grandes obras de acción social y evangelizadora. Creo que más que hacer esa pregunta habría que hacer otra: ¿qué problemas nuevos hay en la sociedad y en la Iglesia que le han hecho ver la necesidad de fundar una nueva institución para hacerles frente?
¿Cuáles son esos problemas?
Lo resumo en uno: el secularismo, el alejamiento masivo y programado de los hombres de Dios, la ateización de la sociedad. Los Franciscanos de María tenemos como misión enfrentarnos con esa terrible plaga individual y social y nos enmarcamos dentro de esta gran empresa que es la nueva evangelización.
¿Cómo lo hacen?
Si el secularismo quita a Dios del corazón del hombre, nosotros queremos volver a poner a Dios ahí. Para ellos presentamos una relación con el Señor basada en el agradecimiento. Una relación que, sin desmerecer la importancia enorme de la petición, haga comprender al ser humano que lo esencial del cristianismo es el amor, la respuesta de amor debida a un Dios que nos ha amado infinita y misericordiosamente. Dentro de la nueva evangelización, nosotros queremos volver a los orígenes y a la raíz del cristianismo, invitando a los hombres a relacionarse con Dios no sólo para pedir sino sobre todo para agradecer.