Hoy, las palabras del Señor nos dan luz para penetrar en
el misterio del mal. Si Dios es bueno, ¿por qué permite el mal? Más aún: ¿por
qué el "pecado original"? Una primera respuesta: después de haber
terminado la creación, Dios no se retiró. ¡Ahí está la imponente obra de la
redención!
Toda la creación apunta a nuestra filiación divina: ¡hijos
de Dios! Y, por tanto, libres, con todas las consecuencias: Dios permite que el
hombre "desbarate" sus planes. Sí, Dios ha permitido que Adán —con el
"pecado de los orígenes"— derribara su proyecto, pero a condición de
crear algo nuevo y mejor: Dios respondió entregándose con más fuerza aún en la
persona de Cristo.
—Dios mío, quiero cantar —como en la Vigilia Pascual— el
"Oh, feliz culpa, que nos ha merecido tan gran Redentor!". Tu perdón,
Señor, es la mayor manifestación de la fuerza irrefrenable de tu amor, y mi
conversión es la alegría del cielo.
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