Día litúrgico: Domingo XXXIII (A) del tiempo ordinario
Texto del Evangelio (Mt 25,14-30): En aquel tiempo,
dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «Un hombre, al ausentarse, llamó a
sus siervos y les encomendó su hacienda: a uno dio cinco talentos, a otro dos y
a otro uno, a cada cual según su capacidad; y se ausentó.
»Enseguida, el que había recibido cinco talentos se puso a
negociar con ellos y ganó otros cinco. Igualmente el que había recibido dos
ganó otros dos. En cambio el que había recibido uno se fue, cavó un hoyo en
tierra y escondió el dinero de su señor.
»Al cabo de mucho tiempo, vuelve el señor de aquellos
siervos y ajusta cuentas con ellos. Llegándose el que había recibido cinco
talentos, presentó otros cinco, diciendo: ‘Señor, cinco talentos me entregaste;
aquí tienes otros cinco que he ganado’. Su señor le dijo: ‘¡Bien, siervo bueno
y fiel!; en lo poco has sido fiel, al frente de lo mucho te pondré; entra en el
gozo de tu señor’.
»Llegándose también el de los dos talentos dijo: ‘Señor,
dos talentos me entregaste; aquí tienes otros dos que he ganado’. Su señor le
dijo: ‘¡Bien, siervo bueno y fiel!; en lo poco has sido fiel, al frente de lo
mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor’.
»Llegándose también el que había recibido un talento dijo:
‘Señor, sé que eres un hombre duro, que cosechas donde no sembraste y recoges
donde no esparciste. Por eso me dio miedo, y fui y escondí en tierra tu
talento. Mira, aquí tienes lo que es tuyo’. Mas su señor le respondió: ‘Siervo
malo y perezoso, sabías que yo cosecho donde no sembré y recojo donde no
esparcí; debías, pues, haber entregado mi dinero a los banqueros, y así, al
volver yo, habría cobrado lo mío con los intereses. Quitadle, por tanto, su
talento y dádselo al que tiene los diez talentos. Porque a todo el que tiene,
se le dará y le sobrará; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará.
Y a ese siervo inútil, echadle a las tinieblas de fuera. Allí será el llanto y
el rechinar de dientes’».
Comentario: P. Antoni POU OSB Monje de
Montserrat (Montserrat, Barcelona, España).
A todo el que tiene, se le dará y le sobrará
Hoy, Jesús nos narra otra parábola del juicio. Nos
acercamos a la fiesta del Adviento y, por tanto, el final del año litúrgico
está cerca.
Dios, dándonos la vida, nos ha entregado también unas
posibilidades -más pequeñas o más grandes- de desarrollo personal, ético y
religioso. No importa si uno tiene mucho o poco, lo importante es que se ha de
hacer rendir lo que hemos recibido. El hombre de nuestra parábola, que esconde
su talento por miedo al amo, no ha sabido arriesgarse: «El que había recibido
uno se fue, cavó un hoyo en tierra y escondió el dinero de su señor» (Mt
25,18). Quizá el núcleo de la parábola pueda ser éste: hemos de tener la
concepción de un Dios que nos empuja a salir de nosotros mismos, que nos anima
a vivir la libertad por el Reino de Dios.
La palabra "talento" de esta parábola -que no es
nada más que un peso que denota la cantidad de 30 Kg. de plata- ha hecho tanta
fortuna, que incluso ya se la emplea en el lenguaje popular para designar las
cualidades de una persona. Pero la parábola no excluye que los talentos que
Dios nos ha dado no sean sólo nuestras posibilidades, sino también nuestras
limitaciones. Lo que somos y lo que tenemos, eso es el material con el que Dios
quiere hacer de nosotros una nueva realidad.
La frase «a todo el que tiene, se le dará y le sobrará;
pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará» (Mt 25,29), no es,
naturalmente, una máxima para animar al consumo, sino que sólo se puede
entender a nivel de amor y de generosidad. Efectivamente, si correspondemos a los
dones de Dios confiando en su ayuda, entonces experimentaremos que es Él quien
da el incremento: «Las historias de tantas personas sencillas, bondadosas, a
las que la fe ha hecho buenas, demuestran que la fe produce efectos muy
positivos (…). Y, al revés: también hemos de constatar que la sociedad, con la
evaporación de la fe, se ha vuelto más dura…» (Benedicto XVI).
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