sábado, 22 de noviembre de 2014

Estados finales del hombre (II): el "Cielo"


Hoy percibimos en esos interlocutores de Jesús —los saduceos— un error: imaginaban la vida eterna como mera "continuación sin fin" de la vida terrenal. ¡No sorprende que negaran la resurrección! La vida eterna no la descubrimos a través del análisis de nuestra propia existencia; el "Espero en la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro" es consecuencia de creer en el Dios vivo.

La vida eterna no es "tiempo sin fin", sino otra forma de existencia, en la que todo confluye simultáneamente en el "ahora del amor", en una nueva "cualidad del ser" (rescatada de la fragmentación de nuestra existencia actual). Sería el momento del sumergirse en el océano del Amor Infinito, en el cual el tiempo —el antes y el después— ya no existe: eso es el Cielo, donde "todos viven para Él". ¡Una vida que apetece ser vivida eternamente!

—Jesús, espero este momento de vida plena, desbordado por la alegría, según tu promesa: "Volveré a veros y se alegrará vuestro corazón y nadie os quitará vuestra alegría".

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