Hoy, asombrados como los discípulos, volvemos a escuchar
que la salvación es imposible para el hombre. Así de radical es el daño que nos
afecta a todos después de la "perturbación" de la creación en sus
orígenes. Las imágenes del "Génesis" son elocuentes.
Nuestros primeros padres, desde un "estar desnudos
sin experimentar vergüenza" (la inocencia originaria), pasan a cubrirse,
esconderse, tener miedo y echarse las culpas... Entre medio hay el pecado original:
cayeron en la "ilusión" (¡un espejismo!) de una autosuficiencia que
es imposible: creer que serían tan poderosos como Dios si
"manipulaban" el "árbol del conocimiento del bien y del
mal". Se trata de una perturbación "moral", radicada en el drama
de la libertad humana: somos libres para actuar con amor, pero no para inventar
el amor. Así fue como, caricaturizando la ley moral, el "Maligno"
logró que la humanidad se cerrara al amor de Dios.
—Señor, Tú eres el Camino, la Verdad y la Vida: concédeme
vivir de ti, que eres el Amor.
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