Día litúrgico: Martes XXI del tiempo ordinario
Texto del Evangelio (Mt 23,23-26): En aquel tiempo,
Jesús dijo: «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que pagáis el
diezmo de la menta, del aneto y del comino, y descuidáis lo más importante de
la Ley: la justicia, la misericordia y la fe! Esto es lo que había que
practicar, aunque sin descuidar aquello. ¡Guías ciegos, que coláis el mosquito
y os tragáis el camello! ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que
purificáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro están llenos de
rapiña y codicia! ¡Fariseo ciego, purifica primero por dentro la copa, para que
también por fuera quede pura!».
Comentario: Fr. Austin NORRIS (Mumbai,
India).
«Purifica primero por dentro la copa, para que también por
fuera quede pura»
Hoy tenemos la impresión de “pillar” a Jesús en un arrebato
de mal humor —realmente alguien le ha hecho sentir molesto. Jesucristo se
siente incómodo con la falsa religiosidad, las peticiones pomposas y la piedad
egoísta. Él ha notado un vacío de amor, a saber, echa en falta «la justicia, la
misericordia y la fe» (Mt 23,23) tras las acciones superficiales con las que
tratan de cumplir la Ley. Jesús encarna esas cualidades en su persona y
ministerio. Él era la justicia, la misericordia y la fe. Sus acciones,
milagros, sanaciones y palabras rezumaban estos verdaderos fundamentos, que
fluyen de su corazón amoroso. Para Jesucristo no se trataba de una cuestión de
“Ley”, sino que era un asunto de corazón…
Incluso en las palabras de castigo vemos en Dios un toque
de amor, importante para quienes quieran volver a lo básico: «Se te ha
indicado, hombre, qué es lo bueno y qué exige de ti el Señor: nada más que
practicar la justicia, amar la fidelidad y caminar humildemente con tu Dios»
(Miq 6,8). El Papa Francisco dijo: «Un poco de misericordia hace al mundo menos
frío y más justo. Necesitamos comprender bien esta misericordia de Dios, este
Padre misericordioso que tiene tanta paciencia... Recordemos al profeta Isaías,
cuando afirma que, aunque nuestros pecados fueran rojo escarlata, el Amor de
Dios los volverá blancos como la nieve. Es hermoso, esto de la misericordia».
«¡Purifica primero por dentro la copa, para que también
por fuera quede pura!» (Mt 23,26). ¡Cuán cierto es eso para cada uno de
nosotros! Sabemos cómo la limpieza personal nos hace sentir frescos y vibrantes
por dentro y por fuera. Más aun, en el ámbito espiritual y moral nuestro
interior, nuestro espíritu, si está limpio y sano brillará en buenas obras y
acciones que honren a Dios y le rindan un verdadero homenaje (cf. Jn 5,23).
Fijémonos en el marco más grande del amor, de la justicia y de la fe y no nos
perdamos en menudencias que consumen nuestro tiempo, nos empequeñecen y nos
hacen quisquillosos. ¡Saltemos al vasto océano del Amor de Dios y no nos
conformemos con riachuelos de mezquindad!
No hay comentarios:
Publicar un comentario