jueves, 19 de diciembre de 2013

Francisco: Dios puede hacer florecer vida en el desierto



19-12-2013

El Papa Francisco explicó esta mañana en su homilía en Casa Santa Marta que la persona humilde siempre tiene una vida fecunda. A pocos días de Navidad, para Francisco esta es la mejor forma de preparar el nacimiento de Jesús.

Francisco
"Y con esta humildad, la humildad del desierto, la humildad del alma estéril, recibir la gracia, la gracia de florecer, de dar fruto y de dar vida”.

El Papa concluyó que los soberbios, aquellas personas que creen ser justas, acaban siendo estériles.

Extracto de al Homilía del Papa
Fuente: Radio Vaticana


"El Señor interviene en la vida de estas mujeres para decirnos: ‘Yo soy capaz de dar vida’. También en los Profetas existe la imagen del desierto, la tierra desierta incapaz de hacer crecer un árbol, un fruto, de hacer germinar alguna cosa. ‘Pero el desierto será como un bosque -dicen los Profetas- será grande, florecerá’. Pero el desierto ¿puede florecer? . La mujer estéril ¿puede dar vida? . Aquella promesa del Señor: ¡Yo puedo! ¡Yo puedo de la sequedad, de la sequedad de ustedes, hacer crecer la vida, la salvación! ¡Yo puedo de la aridez hacer crecer los frutos!”

"También los cristianos, ¡eh! Pensemos en los pelagianos, por ejemplo. Todo es gracia. Es la intervención de Dios que nos trae la salvación. Es la intervención de Dios que nos ayuda en el camino de la santidad. Solo Él lo puede. Pero por parte nuestra, ¿qué cosa hacemos? Primero: reconocer nuestra sequedad, nuestra incapacidad de dar vida. Reconocer esto. Segundo, pedir: ‘Señor, yo quiero ser fecundo. Yo quiero que mi vida dé vida, que mi fe sea fecunda y vaya adelante y pueda darla a los demás’. ‘Señor, yo soy estéril, yo no puedo, Tú puedes. Yo soy un desierto: yo no puedo, Tú puedes’”.

"La humildad es necesaria para la fecundidad. Cuantas personas creen ser justas, como aquella, y al final sólo dan lástima. La humildad de decir al Señor: ‘Señor, soy estéril, soy un desierto’ y de repetir en estos días aquella bella antífona que la Iglesia nos hace rezar: ‘Oh hijo de David, oh Adonaí, oh Sabiduría –hoy– oh raíz de Jesé, oh Emmanuel, ven a darnos vida, ven a salvarnos, porque Tú solo lo puedes, yo solo no puedo!’ Y con esta humildad, la humildad del desierto, la humildad del alma estéril, recibir la gracia, la gracia de florecer, de dar fruto y de dar vida”.

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