Hoy, nos preguntamos quién (y cómo) conoce al Padre. Sólo
el "Hijo" conoce al Padre, y todo verdadero conocimiento del Padre es
participación en el conocimiento del Hijo, una revelación que es un don. Por
tanto, sólo conoce al Padre aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
Pero, ¿a quién se lo quiere revelar el Hijo? La voluntad
del Hijo no es arbitraria. El Hijo quiere implicar en su conocimiento de Hijo a
todos los que el Padre quiere que participen de Él: "Nadie puede venir a
mí si no lo atrae el Padre que me ha enviado", dice Jesús. Pero, ¿a quién
atrae el Padre? No a los sabios y entendidos, nos dice el Señor, sino a la
gente sencilla. Ésta fue la experiencia concreta de Jesucristo: no lo
conocieron los escribas, los que por profesión se ocupaban de Dios.
—Señor, asiste a mi corazón para que yo acepte con
sencillez tu Revelación, evitando críticas y especulaciones estériles, fruto de
mi soberbia.
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