domingo, 26 de octubre de 2014

El doble precepto de la caridad: "Su" amigo es mi amigo

Hoy, Jesucristo —después de desautorizar a los saduceos— ahora lo hace con los fariseos. Su "método" es siempre el mismo: arranca desde la Sagrada Escritura. Y desde la "mirada de Dios" todo es más sencillo: evitando la "casuística", el Maestro sintetiza toda la Ley y los Profetas en el doble precepto de la caridad. Si Dios no es un extraño para mí, sino que procuro identificarme con su voluntad, entonces no es difícil "descubrir" quién es mi prójimo.

Efectivamente, en Dios y con Dios amo también a la otra persona (que quizá ni siquiera conozco). Esto sólo puede llevarse a cabo a partir del encuentro íntimo con Dios, un encuentro que se ha convertido en comunión de voluntad. Entonces aprendo a mirar a esta otra persona no ya sólo con mis ojos y sentimientos, sino desde la perspectiva de Jesucristo. Su amigo es mi amigo.

—Sólo el servicio al prójimo abre mis ojos a lo que Tú, Señor, haces por mí y a lo mucho que me amas.

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