10-10-2014
Durante su homilía en Casa Santa Marta, Francisco explicó por qué hacer el examen de conciencia. Dijo que el demonio no descansa jamás y que por eso los cristianos deben preguntarse cada noche cómo ha ido el día.
Francisco
""¿Qué ha ocurrido hoy en mi corazón?” "¿Ha entrado alguien que no conozco?” "¿La llave está en su sitio?” Y esto nos ayudará a defendernos de todo el mal, también del que podemos hacer nosotros, si entran estos demonios, que son muy astutos y que al final nos engañan a todos”.
Francisco también pidió a los cristianos que examinen si su corazón es como una plaza donde sólo hay ruido o un sitio donde hay intimidad con Cristo.
Extractos de la Homilía del Papa
(Fuente: Radio Vaticana)
"Después de las tentaciones, en el desierto, cuando Jesús fue tentado por el diablo, en la versión de Lucas se dice que el demonio lo dejó por un tiempo, pero durante la vida de Jesús volvía y volvía: cuando lo ponían a prueba, cuando le tendían trampas, en la Pasión, hasta en la Cruz. ‘Pero si Tú eres el Hijo de Dios, ven, ven con nosotros, así nosotros podemos creer’. Y todos nosotros sabemos que esta palabra toca el corazón: ‘¿Pero tú eres capaz? ¡Házmelo ver! No, no eres capaz’. Como el diablo hizo hasta el final con Jesús. Y así con nosotros”.
"Y Jesús dice otra cosa allí –¿no?– que parece un poco extraña: ‘Quien no recoge conmigo, desparrama. Usa la palabra ‘recoger’. Tener un corazón recogido, un corazón sobre el cual nosotros sabemos qué cosa sucede, y aquí y allá se puede hacer la práctica tan antigua de la Iglesia, pero buena: el examen de conciencia. ¿Quién de nosotros, a la noche, antes de terminar la jornada, permanece solo, sola, y se hace la pregunta: qué cosa ha sucedido hoy en mi corazón? ¿Qué cosa ha sucedido? ¿Qué cosas han pasado a través de mi corazón? Si no lo hacemos, verdaderamente no sabemos vigilar bien ni custodiar bien”.
"Nosotros sabemos, Jesús habla claramente, que los diablos vuelven, siempre. También al final de la vida, Él –Jesús– nos da el ejemplo de esto. Y para custodiar, para vigilar, para que no entren los demonios, es necesario saber recogerse, es decir, entrar en silencio ante sí mismos y ante Dios, y al final de la jornada preguntarse: ‘¿Qué cosa ha sucedido hoy en mi corazón? ¿Ha entrado alguien que no conozco? ¿La llave está en su lugar?’. Y esto nos ayudará a defendernos de tantas maldades, incluso de las que nosotros podemos hacer, si entran estos demonios, que son muy astutos, y al final nos estafan a todos”.
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