Hoy, en el Evangelio, aparece un conjunto de seguidores de Cristo más amplio
que el grupo específico de los doce Apóstoles. Ahí, en este conjunto de
"enviados", están tanto los Doce —que serán "fieles
ordenados", sacerdotes, a partir de la Última Cena— como también un gran grupo
de "fieles no ordenados", es decir, fieles corrientes de la Iglesia,
fieles laicos. No son dos "clases" o "categorías", sino dos
modos de pertenecer —por medio del Bautismo— al único "Pueblo de
Dios" encabezado por Cristo.
La relación entre estos dos modos de incorporarse a la
Iglesia debe entenderse a partir de la relación de confianza entre
"pastor" y "rebaño", significando lo mismo que la expresión
"Pueblo de Dios": un pueblo dedicado a Dios que está en camino, en peregrinación,
a lo largo de la historia.
—Ser laico es la forma normal de ser cristiano y de vivir
el Evangelio abordando las cuestiones cotidianas de este mundo. Abarcar y
transformar el mundo en el cristianismo: ¡he aquí el auténtico apostolado de
los seglares!
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