![]() |
21 cristianos coptos, camino del martirio (frame del vídeo publicado). |
Enrique / GARCÍA-MÁIQUEZ
DESDE hace diez años publico los miércoles para todo el
Grupo Joly; llevo, por tanto, un decenio asombrándome cada año de la casualidad
de que me toque escribir los días de Ceniza
justamente a mí, columnista confesional y ritualista donde los haya. Esta vez,
sin embargo, voy a aparcar la broma, no tanto por repetitiva y cansina -yo no
me canso nunca de una tradición-, como porque, tras la decapitación en Libia de
21 egipcios, cristianos coptos, no estamos para chistecillos. El hecho es tan
grave que exige, como nos enseñó Tomás Moro, un humor salvaje, desafiante,
teológico y místico. Ya saben: cuando Moro esperaba para ser decapitado notó
cierta jaqueca, pero se felicitó de que su rey, tan atento, fuera a
administrarle enseguida una medicina que cortaría el dolor de golpe.