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jueves, 2 de febrero de 2017

Evangelio del Jueves [02.02.2017]


Día litúrgico: 2 de Febrero: La Presentación del Señor


Texto del Evangelio (Lc 2,22-40): Cuando se cumplieron los días de la purificación de ellos, según la Ley de Moisés, llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarle al Señor, como está escrito en la Ley del Señor: «Todo varón primogénito será consagrado al Señor» y para ofrecer en sacrificio un par de tórtolas o dos pichones, conforme a lo que se dice en la Ley del Señor.

Y he aquí que había en Jerusalén un hombre llamado Simeón; este hombre era justo y piadoso, y esperaba la consolación de Israel; y estaba en él el Espíritu Santo. Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de haber visto al Cristo del Señor. Movido por el Espíritu, vino al Templo; y cuando los padres introdujeron al niño Jesús, para cumplir lo que la Ley prescribía sobre Él, le tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: «Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz; porque han visto mis ojos tu salvación, la que has preparado a la vista de todos los pueblos, luz para iluminar a los gentiles y gloria de tu pueblo Israel». Su padre y su madre estaban admirados de lo que se decía de Él.

Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: «Éste está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción —¡y a ti misma una espada te atravesará el alma!— a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones».

Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, de edad avanzada; después de casarse había vivido siete años con su marido, y permaneció viuda hasta los ochenta y cuatro años; no se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día en ayunos y oraciones. Como se presentase en aquella misma hora, alababa a Dios y hablaba del Niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén. Así que cumplieron todas las cosas según la Ley del Señor, volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El Niño crecía y se fortalecía, llenándose de sabiduría; y la gracia de Dios estaba sobre Él.

Comentario: Rev. D. Lluís RAVENTÓS i Artés (Tarragona, España).

«Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz; porque han visto mis ojos tu salvación»

martes, 2 de febrero de 2016

La Presentación del Señor en el Templo de Jerusalén


Hoy, cuarenta días después de Navidad, María y José llevan al Niño al Templo para ofrecerlo al Señor. Simeón y Ana, inspirados por Dios, reconocen en Jesús al Mesías tan esperado por Israel y profetizan sobre Él. En este misterio —sencillo y solemne— la Iglesia celebra a Cristo, el Consagrado del Padre, primogénito de la nueva humanidad.

La Sagrada Familia cumple lo que prescribía la Ley: purificación de la madre, ofrenda del primogénito a Dios y su rescate mediante un sacrificio. El "mensajero de la Alianza" entra en su casa y se somete a la Ley; va a Jerusalén para entrar —obedeciendo— en la casa de Dios; viene como nuevo "sumo sacerdote", compasivo y fiel, para expiar los pecados del pueblo. Siendo todavía niño comienza a avanzar por el camino de la obediencia, que recorrerá hasta las últimas consecuencias.

—María escucha que una "espada" de dolor atravesará su alma: su misión no terminaría en la Encarnación, sino que se completaría con su amorosa participación en la muerte del Hijo.

Comentario: REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) (Città del Vaticano, Vaticano).