¡Recuperar la
memoria, reconocer el pan falso que engaña y corrompe!
¡Jesús defiéndenos del alimento mundano, que aparentemente satisface más, pero que nos hace esclavos!
¡Jesús defiéndenos del alimento mundano, que aparentemente satisface más, pero que nos hace esclavos!
(RV).- Con la Homilía del Papa Francisco, en la
Solemnidad del Cuerpo y Sangre de Cristo de 19.06.2014, nos preparamos a la
celebración del 2015.
«En la Eucaristía se comunica el amor del Señor por
nosotros: un amor tan grande que nos nutre de sí mismo; un amor gratuito,
siempre a disposición de toda persona hambrienta y necesitada de regenerar las
propias fuerzas», reiteró el Santo Padre, señalando que «vivir la experiencia
de la fe significa dejarse alimentar por el Señor y construir la propia
existencia no sobre los bienes materiales, sino sobre la realidad que no
perece: los dones de Dios, su Palabra y su Cuerpo»
«El Cuerpo de
Cristo es el pan de los últimos tiempos, capaz de dar vida, y vida eterna,
porque la esencia de ese pan es el Amor»
«Si miramos a nuestro alrededor, nos damos cuenta de que
existen muchas ofertas de alimento que no vienen del Señor y que aparentemente
satisfacen más. Algunos se nutren con el dinero, otros con el éxito y la
vanidad, otros con el poder y el orgullo. Pero el alimento que nos nutre
verdaderamente y que nos sacia es sólo el que nos da el Señor. El alimento que
nos ofrece el Señor es distinto de los demás, y tal vez no nos parece tan
gustoso como ciertas comidas que nos ofrece el mundo».
Entonces soñamos con otras comidas, como los judíos en el
desierto, que añoraban la carne y las cebollas que comían en Egipto, pero
olvidaban que esos alimentos los comían en la mesa de la esclavitud, recordó el
Obispo de Roma, con su exhortación a dirigirnos confiados a Jesús, para que nos
defienda del alimento mundano que nos esclaviza:
«Recuperemos la memoria. Ésta es la tarea, recuperar la
memoria. Y aprendamos a reconocer el pan falso que engaña y corrompe, porque es
fruto del egoísmo, de la autosuficiencia y del pecado.
Dentro de poco, en la procesión, seguiremos a Jesús
realmente presente en la Eucaristía. La Hostia es nuestro maná, mediante la
cual el Señor se nos da a sí mismo. A Él nos dirigimos con confianza: Jesús,
defiéndenos de las tentaciones del alimento mundano que nos hace esclavos,
alimento envenenado; purifica nuestra memoria, a fin de que no permanezca
prisionera en la selectividad egoísta y mundana, sino que sea memoria viva de
tu presencia a lo largo de la historia de tu pueblo, memoria que se hace
«memorial» de tu gesto de amor redentor. Amén».
(CdM – RV)
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