Hoy el Señor es tajante: "las cosas santas hay que
tratarlas santamente" ("Sancta sancte tractanda", decían los
clásicos). ¡Necesitamos una nueva educación litúrgica! En la Iglesia Católica
el culto es peculiar y santo: es "liturgia", es decir, acción de Cristo
en nosotros y con nosotros (es Jesucristo quien me alimenta con su Cuerpo en la
Comunión, etc.). Hemos de recibir con delicadeza este actuar de Dios mismo.
La liturgia es "obra de Dios", donde Él mismo
actúa primero y nosotros somos redimidos con su acción. Debemos disponernos
mediante una actitud orante, con disciplina, paz (¡sin prisas!) y reverencia:
¡estamos a la vista de Dios! Debemos ser gratos a los ojos divinos incluso en
la postura del cuerpo y en la emisión de la voz (el respetuoso tiende a rezar
con la palabra "tímida", porque Dios no necesita ser despertado a
gritos).
—Jesús, despiértame una comprensión íntima hacia lo
sagrado y haz que me sienta atraído hacia Ti. ¡Todo lo demás es secundario!
Comentario: REDACCIÓN evangeli.net
(elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) (Città del Vaticano, Vaticano).
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