Hoy, en disputa con los fariseos, Jesús mismo da al Salmo 110 una nueva interpretación. Efectivamente, a la idea del Mesías como nuevo
David con un nuevo reino davídico, Jesucristo contrapone una visión más grande
acerca de Aquel que ha de venir: el verdadero Mesías no es el hijo de David,
sino el "Señor de David"; no se sienta sobre el trono de David, sino
sobre el trono de Dios.
Tradicionalmente, se considera a David como el autor
principal de los Salmos: aparece, así, como quien guía e inspira la oración de
Israel, quien reúne todos sus sufrimientos y esperanzas. En la Iglesia
naciente, Jesús fue considerado muy pronto como el nuevo y el auténtico David.
Por eso, sin rupturas, pero de modo nuevo, los Salmos podían ser recitados como
una oración en comunión con Jesucristo.
—En los Salmos es siempre Cristo quien habla, a veces como
Cabeza, a veces como Cuerpo. Pero, por Jesucristo, nosotros somos ahora un
único sujeto y podemos —junto con Él— hablar realmente con Dios.
Comentario: REDACCIÓN evangeli.net
(elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) (Città del Vaticano, Vaticano).
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