Hoy llegamos al final del llamado "Sermón de la montaña" (capítulos
5-7 de san Mateo). Jesús, maestro de autoridad convincente, enseña los
"requisitos" para pertenecer a su Reino —¡de amor!— y cuál ha de ser
nuestra actitud ante la Ley de Dios. Escuchar realmente la Palabra de Dios
implica ponerla por obra. Quien lo haga tendrá prudencia y sabiduría.
El antiguo Israel tenía conciencia de ser un pueblo sabio
porque conocía explícitamente la Ley de Dios. Actualmente, se respira un
desafecto ante la ley, especialmente si es de Dios o si es "ley
moral". Pero ésta no es una imposición, sino un "don" que nos
enseña las "razones" del crecimiento humano y del acercamiento al
Creador. Aprendamos de nuestra propia historia: donde se rechaza y/o se
desconoce la Ley de Dios se desconoce también la dignidad de la persona humana
y fácilmente se la maltrata.
—Señor-Dios, ayúdame a poner por obra tus preceptos para
adquirir la verdadera sabiduría de la vida.
Comentario: Rev. D. Antoni CAROL i Hostench
(Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España).
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