12 noviembre, 2013 (romereports.com) El Papa Francisco explicó en su homilía en Casa Santa Marta que Dios nunca abandona a las personas. Su respuesta es siempre una caricia, nunca una bofetada, dijo el Papa.
Francisco
“Nuestro Padre, como un padre con su hijo, nos enseña a caminar. Nos enseña a ir por el camino de la vida y de la salvación. Son las manos de Dios que acarician en los momentos de dolor, que nos consuelan. ¡Nuestro Padre nos acaricia! Nos quiere mucho. Y también en estas caricias, muchas veces, está el perdón”.
El Papa añadió que Dios creó al hombre para la inmortalidad pero que fue la envidia del diablo la que introdujo la muerte en el mundo. Aún así, dijo Francisco, “las manos de Dios lo acompañan siempre en el camino”.
Extracto de la Homilía del Papa
(Fuente: Radio Vaticana)
"Todos debemos pasar por la muerte, pero una cosa es pasar por esta experiencia con una pertenencia al diablo y otra cosa es pasar por esta experiencia de la mano de Dios. Y a mí me gusta sentir esto: “Estamos en las manos de Dios”, pero desde el inicio. La Biblia nos explica la creación, usando una imagen bella: Dios que, con sus manos nos hace del fango, de la tierra a su imagen y semejanza. Han sido las manos de Dios que nos han creado: ¡el Dios artesano, eh! Como un artesano nos ha hecho. Estas manos del Señor… Las manos de Dios, que no nos han abandonado".
“Nuestro Padre, como un padre con su hijo, nos enseña a caminar. Nos enseña a ir por el camino de la vida y de la salvación. Son las manos de Dios que acarician en los momentos de dolor, que nos consuelan. ¡Nuestro Padre nos acaricia! Nos quiere mucho. Y también en estas caricias, muchas veces, está el perdón. Una cosa que a mí me hace bien pensarla. Jesús, Dios, ha llevado consigo sus llagas: las hace ver al Padre. Éste es el precio: ¡las manos de Dios son manos llagadas por amor! Y esto nos consuela tanto".
"Pensemos en las manos de Jesús, cuando tocaba a los enfermos y los curaba… Son las manos de Dios: ¡nos curan! ¡Yo no me imagino a Dios dándonos una bofetada! No me lo imagino. ¡Reprochándonos, sí me lo imagino, porque lo hace! Pero jamás, jamás, nos hiere. ¡Jamás! Nos acaricia. También cuando debe reprocharnos lo hace con una caricia, porque es Padre. “Las almas de los justos están en las manos de Dios”. Pensemos en las manos de Dios, que nos ha creado como un artesano, nos ha dato la salud eterna. Son manos llagadas y nos acompañan en el camino de la vida. Encomendémonos en las manos de Dios, como un niño se encomienda en la mano de su papá. ¡Esa es una mano segura!"
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