Día litúrgico: Martes XXXIV del tiempo ordinario
Texto del Evangelio (Lc 21,5-11): En aquel tiempo,
como dijeran algunos acerca del Templo que estaba adornado de bellas piedras y
ofrendas votivas, Jesús dijo: «Esto que veis, llegarán días en que no quedará
piedra sobre piedra que no sea derruida».
Le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo sucederá eso? Y ¿cuál
será la señal de que todas estas cosas están para ocurrir?». Él dijo: «Estad
alerta, no os dejéis engañar. Porque vendrán muchos usurpando mi nombre y
diciendo: ‘Yo soy’ y ‘el tiempo está cerca’. No les sigáis. Cuando oigáis
hablar de guerras y revoluciones, no os aterréis; porque es necesario que
sucedan primero estas cosas, pero el fin no es inmediato». Entonces les dijo:
«Se levantará nación contra nación y reino contra reino. Habrá grandes
terremotos, peste y hambre en diversos lugares, habrá cosas espantosas, y
grandes señales del cielo».
Comentario: Rev. D. Antoni ORIOL i Tataret
(Vic, Barcelona, España).
No quedará piedra sobre piedra
Hoy escuchamos asombrados la severa advertencia del Señor:
«Esto que veis, llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea
derruida» (Lc 21,6). Estas palabras de Jesús, se sitúan en las antípodas de una
así denominada “cultura del progreso indefinido de la humanidad”, en imparable evolución.
Nosotros, discípulos del Hijo de Dios hecho hombre, de
Jesús, escuchamos sus palabras y, haciéndolas muy nuestras, las meditamos. He
aquí que nos dice: «Estad alerta, no os dejéis engañar» (Lc 21,8). Nos lo dice
Aquel que ha venido a dar testimonio de la verdad, afirmando que aquellos que
son de la verdad escuchan su voz.
Y he aquí también que nos asevera: «El fin no es
inmediato» (Lc 21,9). Lo cual quiere decir, por un lado, que disponemos de un
tiempo de salvación y que nos conviene aprovecharlo; y, por otro, que, en
cualquier caso, vendrá el fin. Sí, Jesús, vendrá «a juzgar a los vivos y a los
muertos», tal como profesamos en el Credo.
Lectores de Contemplar el Evangelio de hoy, queridos
hermanos y amigos: unos versículos más adelante del fragmento que ahora
comento, Jesús nos estimula y consuela con estas otras palabras que, en su
nombre, os repito: «Con vuestra perseverancia salvaréis vuestra vida» (Lc
21,19).
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