martes, 16 de octubre de 2018

Siete nuevos santos para la Iglesia: “Sin tibieza, sin cálculos, con el ardor de arriesgarse y dejar la vida”


 Domingo 14 Oct 2018 | 09:49 am
Ciudad del Vaticano (AICA): Esta mañana, en la Plaza San Pedro del Vaticano, el papa Francisco presidió la misa con el rito de canonización de siete beatos: el papa Pablo VI y monseñor Óscar Romero, dos sacerdotes, un joven laico y dos religiosas. “Jesús no se conforma con un ‘porcentaje de amor’: no podemos amarlo al veinte, al cincuenta o al sesenta por ciento. O todo o nada,” mencionó el Pontífice durante su homilía.
Hoy, domingo 14 de octubre, la Iglesia proclamó siete nuevos santos. Siete carismas diferentes, siete vidas y testimonios representan una riqueza para la humanidad. El papa Pablo VI y monseñor Óscar Romero, la monja Nazaria Ignacia de Santa Teresa de Jesús, los sacerdotes italianos Vincenzo Romano y Francesco Spinelli, la monja alemana María Caterina Kasper y el laico italiano Nunzio Sulprizio. 
Al comentar el Evangelio de este domingo XXVIII durante el año, el papa Francisco, indicó: “La Palabra de Dios no es un conjunto de verdades o una edificante narración espiritual; no, es palabra viva, que toca la vida, que la transforma”. “Jesús en persona, que es la palabra viva de Dios, nos habla al corazón. En el Evangelio, nos invita a encontrarnos con el Señor, siguiendo el ejemplo de ese ‘uno’ que ‘se le acercó corriendo’ y que preguntó a Jesús ‘cómo heredar la vida eterna’,” mencionó el Papa.

Al recordar la respuesta de Jesús, desconcertante, el Pontífice resaltó: “Jesús le cambia la perspectiva, le propone una historia de amor. Le pide que pase de la observancia de las leyes al don de sí mismo, de hacer por sí mismo a estar con él. Y le hace una propuesta de vida ‘tajante’: ‘Vende lo que tienes, dáselo a los pobres […] y luego ven y sígueme’. Jesús también te dice a ti: ‘Ven, sígueme’. Ven: no estés quieto, porque para ser de Jesús no es suficiente con no hacer nada malo”, afirmó Francisco.

El Papa se dirigió a los presentes en la Plaza San Pedro y les dijo: “Sígueme: no vayas detrás de Jesús solo cuando te gustes, sino búscalo cada día; no te conformes con observar los preceptos, con dar un poco de limosna y decir algunas oraciones: encuentra en él al Dios que siempre te ama, el sentido de tu vida, la fuerza para entregarte,” sostuvo. 
“El Señor no hace teorías sobre la pobreza y la riqueza, sino que va directo a la vida. Él te pide que dejes lo que paraliza el corazón, que te vacíes de bienes para dejarle espacio a él, único bien”, explicó Francisco. En este sentido, mencionó que “no se puede seguir a Jesús cuando se está lastrado por las cosas. Porque, si el corazón está lleno de bienes, no habrá espacio para el Señor, que se convertirá en una cosa más”.

“Jesús es radical. Él lo da todo y lo pide todo: da un amor total y pide un corazón indiviso. También hoy se nos da como pan vivo; ¿podemos darle a cambio las migajas? A él, que se hizo siervo nuestro hasta el punto de ir a la cruz por nosotros, no podemos responderle solo con la observancia de algún precepto. A él, que nos ofrece la vida eterna, no podemos darle un poco de tiempo sobrante. Jesús no se conforma con un ‘porcentaje de amor’: no podemos amarlo al veinte, al cincuenta o al sesenta por ciento. O todo o nada,” dictaminó Francisco. 

El sumo Pontífice definió al corazón del ser humano como un “imán”, aquel “que se deja atraer por el amor, pero solo se adhiere por un lado y debe elegir entre amar a Dios o amar las riquezas del mundo; vivir para amar o vivir para sí mismo,” enseñó. Allí le preguntó a los presentes “¿De qué lado están?”. “¿Nos conformamos con cumplir algunos preceptos o seguimos a Jesús como enamorados, realmente dispuestos a dejar algo para él?.” 
 
“Jesús nos pregunta a cada uno personalmente, y a todos como Iglesia en camino: ¿somos una Iglesia que solo predica buenos preceptos o una Iglesia-esposa, que por su Señor se lanza a amar? ¿Lo seguimos de verdad o volvemos sobre los pasos del mundo, como aquel personaje del Evangelio? En resumen, ¿nos basta Jesús o buscamos las seguridades del mundo?” 
A ejemplo del santo papa Pablo VI, quien “siguiendo el ejemplo del Apóstol del que tomó su nombre. Al igual que él, gastó su vida por el Evangelio de Cristo”, recordó el Pontífice. “Aun en medio de dificultades e incomprensiones, testimonió de una manera apasionada la belleza y la alegría de seguir totalmente a Jesús”, completó. 
“Monseñor Romero dejó la seguridad del mundo, incluso su propia incolumidad, para entregar su vida según el Evangelio, cercano a los pobres y a su gente, con el corazón magnetizado por Jesús y sus hermanos. Lo mismo puede decirse de Francisco Spinelli, de Vicente Romano, de María Catalina Kasper, de Nazaria Ignacia de Santa Teresa de Jesús y también del gran muchacho abrucense-napolitano, Nuncio Sulprizio: el joven santo, valiente, humilde, que supo encontrar a Jesús en el sufrimiento, el silencio y en la entrega de sí mismo. Todos estos santos, en diferentes contextos, han traducido con la vida la palabra de hoy, sin tibieza, sin cálculos, con el ardor de arriesgarse y de dejar. Hermanos y hermanas, que el Señor nos ayude a imitar sus ejemplos”. 
Al concluir sus palabras, anunció “Jesús nos invita hoy a regresar a las fuentes de la alegría, que son el encuentro con él, la valiente decisión de arriesgarnos a seguirlo, el placer de dejar algo para abrazar su camino. Los santos han recorrido este camino”. “Pidamos la gracia de saber dejar por amor del Señor, dejar las riquezas, la nostalgia de los puestos y el poder, las estructuras que ya no son adecuadas para el anuncio del Evangelio, los lastres que entorpecen la misión, los lazos que nos atan al mundo,” finalizó.+

»Texto completo de la homilía

Sobre los nuevos santos
El Papa Pablo VI 
Nació el 26 de septiembre de 1897 en Concesio, Brescia. Fue ordenado sacerdote casi a los 24 años. A partir de 40 años comenzó su servicio en la Secretaría de Estado. Durante la Segunda Guerra Mundial promovió la asistencia caritativa y la hospitalidad hacia los perseguidos por el nazi-fascismo, especialmente por los judíos. En 1954 fue nombrado arzobispo de Milán. Elegido posteriormente como Sucesor de Pedro el 21 de junio de 1963: conduce y aplica el concilio, viajes apostólicos, diálogo ecuménico. Muere el 6 de junio de 1978. Beatificado en 2014 por el papa Francisco. 

El Pastor, Mons. Óscar Romero 
Nació el 15 de agosto de 1917, en Ciudad Barrios, San Miguel, El Salvador. Ordenado sacerdote a los 24 años. Desarrolla su ministerio sacerdotal en su diócesis de San Miguel durante 20 años. En 1970 es nombrado obispo auxiliar de San Salvador, posteriormente obispo para la diócesis de Santiago de María. En 1977 Pablo VI lo nombra arzobispo de San Salvador. Su predicación atrae el corazón de los salvadoreños, conmovido por los sufrimientos de los más débiles denuncia el pecado social convirtiéndose en voz de los sin voz. Muere asesinado mientras celebraba la Misa el 24 de marzo de 1980. Declarado Beato en 2015. 
Francisco Spinelli 
Nació el 14 de abril de 1853 en Milán. Es ordenado sacerdote en 1875. Mientras vive en Roma tiene la inspiración de iniciar una comunidad de jóvenes mujeres que consagren sus vidas al Señor presente en la Eucaristía. Después del encuentro con Santa Catalina Comensoli funda el Instituto de las Hermanas Adoratrices del Santísimo Sacramento. Ejerció como Fundador y Superior. Muere el 6 de febrero de 1913. Beatificado en 1992 por San Juan Pablo II. 

Vicente Romano 
Nació el 3 de junio de 1751, cerca de Nápoles. Ordenado sacerdote a los 24 años. Su ministerio sacerdotal se caracterizó por una atención especial a los últimos y un compromiso por la educación de los niños y jóvenes. Cuando una violenta erupción de lava del Vesubio destruye casi por completo Torre del Greco se convierte en el alma de la reconstrucción material, religiosa y moral del pueblo. Muere el 20 de diciembre de 1831. Pablo VI lo declaró beato en 1963. 

María Catalina Kasper 
Nació el 26 de mayo de 1820 en Alemania. Paso su adolescencia haciendo duros trabajos en los campos. Tuvo la intuición de fundar un Instituto de Hermanas al servicio de las clases sociales más humildes. En 1848 abrió la casa de las “Siervas Pobres de Jesucristo” donde se acogen a los pobres. La congregación crece en todo en Europa, el continente americano y la India. Muere el 2 de febrero de 1898. Pablo VI la incluyó entre los Beatos. 

Nazaria Ignacia de Santa Teresa de Jesús March Mesa
 
Nació el 10 de enero de 1889 en Madrid. Mientras vive en México conoce a las Hermanas de los Ancianos Abandonados y en 1908 ingresó en el instituto. Después de su primeros votos en 1911 fue enviada a Bolivia. Las graves problemáticas sociales la llevo a fundar la Congregación de Hermanas Misioneras Cruzadas de la Iglesia para el servicio de los pobres y la promoción de la mujer. Muere el 6 de julio de 1943. Juan Pablo II celebró su beatificación en 1992. 

Nuncio Sulprizio 
Nació el 13 de abril de 1817 en provincia de Pescara. Queda huérfano de padre y madre a tierna edad. Su abuela materna le ensena a buscar a Jesús en la Eucarística y la devoción a la Virgen María. A la muerte de su abuela queda bajo la custodia de un tío quien le exige duros trabajos y por los malos tratos enferma de tuberculosis ósea. Llevado a Nápoles es internado en el Hospital de los Incurables. Allí pudo recibir la Eucaristía que tanto deseaba. Muere el 5 de mayo de 1836, a la edad de 19 años. Pablo VI lo proclamó beato el 1 de diciembre de 1963. 

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