Lectura
del santo evangelio según san Lucas 12,1-7
En aquel
tiempo, miles y miles de personas se agolpaban hasta pisarse unos a otros.
Jesús empezó a hablar, dirigiéndose primero a sus discípulos:
«Cuidado con la levadura de los fariseos, o sea, con su hipocresía. Nada hay cubierto que no llegue a descubrirse, nada hay escondido que no llegue a saberse. Por eso, lo que digáis de noche se repetirá a pleno día, y lo que digáis al oído en el sótano se pregonará desde la
«Cuidado con la levadura de los fariseos, o sea, con su hipocresía. Nada hay cubierto que no llegue a descubrirse, nada hay escondido que no llegue a saberse. Por eso, lo que digáis de noche se repetirá a pleno día, y lo que digáis al oído en el sótano se pregonará desde la
Reflexión
del Evangelio de hoy
Los que
esperamos en Cristo seremos alabanza de su gloria
El texto
rezuma gratitud y bendición por todos sus vocablos. Dios decidió desplegar todo
el misterio de su generosidad con nosotros en Cristo Jesús; y así lleva a su
plenitud nuestro tiempo e historia, porque es en Cristo donde todo tiene
sentido cabal, tanto las cosas del cielo como las de la tierra. Y bien sea en
el orden cósmico como en el de la salvación o soteriológico, es Cristo quien detenta
el exclusivo lugar central. Por eso decimos, con toda razón que, en él,
nosotros somos herederos de los bienes celestiales, y no por haber acreditado
mérito alguno para ello, sino por pura gracia de Dios que, en misericordia y
generosidad, suele hacer así las cosas a favor de sus hijos. Con el texto,
pues, bendecimos a Dios por el sinnúmero de bendiciones que de él vienen a
todos los humanos. Tal bendición se especifica en Dios Padre, que tuvo a bien
elegirnos por amor; también en el Señor Jesús, que solo por amorosa entrega nos
ha redimido y nos ha logrado la salvación gracias a su generosa fidelidad al
proyecto de Dios expresado de forma tan entregada y misericordiosa; y, cerrando
la referencia trinitaria, al Espíritu, el mejor aval del que disponemos para
estar ciertos de que tanto el Padre como el Hijo logran su objetivo con todos
nosotros. Nos cabe, entonces a los creyentes, el alto honor ser alabanza de su
gloria y predicadores de su Verdad.
No
tengáis miedo
Una vez
más, Jesús se posiciona frente a la levadura habitual de los fariseos, la
hipocresía. Para el discípulo de Jesús es oportuno hablar con sinceridad, pero
no suficiente; es necesario, además, proclamar la verdad de la buena noticia
públicamente. Porque al discípulo no se le pide que cumpla su función de forma
aseada -como si de un profesional de ese asunto se tratara-, no, sino que su
modo de comportarse sea siempre sin falsía ni mentira, porque es persona de
conducta franca como quien actúa siempre a la luz del día, en plena plaza. No siempre
le será fácil hacerlo, pero debe saber que su osadía descansa en el mandato del
Señor y, tras la resurrección, en el impulso del Espíritu. Los riesgos ciertos
de una conducta y predicación diáfanas no tienen que abonar el miedo en el
discípulo porque los hombres se vayan a molestar por ello –que lo harán-, y lo
más que conseguirán en su rechazo de la palabra y la predicación sería matar el
cuerpo, pero Dios actúa de forma muy distinta a los hombres, por fortuna. El
texto se torna agradecida palabra de ánimo que nos dice que no ha lugar para
tener miedo de Dios Padre; si confiamos en su palabra, si la aceptamos con
ilusión, si ponemos en su bondad la confianza, abordaremos todo tipo de
persecución y amenaza. Si nos dejamos apretar por las manos amorosas del Padre,
a buen seguro que viviremos sin miedo, con serenidad, el regalo de predicar el
evangelio con ilusión y alegría.
El hombre
contemporáneo escucha más a gusto a los que dan testimonio que a los que
enseñan … o si escuchan a los que enseñan es porque dan testimonio. (Pablo VI, Evangelii Nuntiandi
n. 41)
Fr. Jesús Duque O.P.
Convento de Santo Domingo de Scala-Coeli (Córdoba)
Convento de Santo Domingo de Scala-Coeli (Córdoba)
https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/19-10-2018/
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