En
aquel tiempo, exclamó Jesús: «Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra,
porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado
a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor. Todo me lo ha
entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al
Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Venid a mí
todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo
y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro
descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.»
Cultiva el anhelo de sentido en tu corazón
“Así
hace el que teme al Señor” (15,1ª); de esta forma comienza la 1ª lectura que la
liturgia nos presenta hoy. Así hace…, ¿qué hace? si seguimos leyendo el texto
no percibimos a qué se refiere en ese hacer; así que les invito en este momento
a leer lo que precede y ahí sí, lo encontramos. Este pequeño texto del Eclo es
la 2ª parte de un texto que las biblias titula “Salmo sobre la Sabiduría”.
El
autor del libro personaliza a la Sabiduría: “como una madre o una joven esposa
virgen” (V2), y va desgranando aún los mas pequeños detalles que la persona que
la desea va a utilizar para llegar a poseerla. Toda la 1ª parte de este salmo
nos narra la búsqueda incesante que esa persona emprende. “La busca como un
cazador” (14,22) nos dice el texto; a poco que sepamos lo que conlleva cazar,
sí sabemos qué actitudes son imprescindibles para encontrarse con una presa que
es libre y qué como tal actúa.
Se
necesita el deseo, la emoción, el silencio perseverante, la atención, el anhelo
de lo más profundo, la escucha, la inteligencia.., Dejemos resonar todo esto en
nuestro corazón y preguntémonos, ¿por quién haríamos nosotros todo esto?, ¿Has
sido, hemos sido capaces de vivirlo? Y quizás nos sorprenda descubrir con
alegría y gozo lo que late en nuestro corazón o a constatar que
verdaderamente no llegamos a vivir con pasión nuestra vida. Tómense el tiempo
de meditarlo.
Te sale al encuentro…¡la Sabiduría!
Volvamos
a la 1ª Lectura propia de hoy. He aquí, que la Sabiduría tan deseada y buscada
sale al encuentro y se vuelca entera en “ese que teme al Señor y que ha
abrazado su Ley”. Lo va a cuidar, proteger, alimentar, amar, apoyar…haciendo de
él una persona “elocuente”, no al estilo de nuestro mundo, sino más bien al
estilo que Jesús nos presenta hoy en el evangelio cuando dice: “aprended de mí,
que soy sencillo y humilde de corazón…” (Mt 11,29b) Y Jesús afirma, que es el
Padre quién revela todo su mensaje a los pequeños y sencillos de nuestro
mundo.
La
elocuencia no la da la Sabiduría para crecer solo yo, para mi vana gloría, es
para tomar la palabra en la asamblea=comunidad, es para que la riqueza que yo
he recibido del Padre y que da sentido a mi vivir y me hace feliz, otros
también puedan acercarse a este caudal de gracia y lo conozcan.
Jesús
en este evangelio, que debe ser uno de los textos más hermosos y
profundos, desnuda su alma, nos deja “sentir” el latir de su corazón, mientras
va desgranando lo inabarcable para nuestro conocimiento de la especial relación
que vive con el Padre y el deseo para que los suyos, puedan llegar a ser uno
con Él, abrazándonos con nuestras debilidades y flaquezas. Es más, ellas
son la puerta por la cuál podemos acceder al corazón misericordioso de nuestro
Dios. “Venid a mí todos los que estáis cansados” (Mt11,28). Acoge esta invitación,
déjala resonar o cuestionar mientras ilumina lo que está en tu
corazón y cuáles son tus deseos profundos. La fe en Jesús es un don e igual que
dice el Eclesiástico sobre la Sabiduría sale a tu encuentro.
Hoy
celebramos la fiesta de Sª Teresa de Jesús, de Ávila, religiosa y reformadora
del Carmelo, mujer apasionada, entregada por completo a la causa de Jesús y a
extender su Reino. “Vivo
sin vivir en mí…que muero porque no muero”. Termino con una
pregunta de uno de los poemas de la santa: ¿Qué
mandáis hacer de mí?
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