Lectura
del santo evangelio según san Lucas 13,1-9
En una
ocasión, se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los galileos cuya sangre
vertió Pilato con la de los sacrificios que ofrecían.
Jesús les contestó: «¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos, porque acabaron así? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis lo mismo. Y aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de Siloé, ¿pensáis que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera.»
Y les dijo esta parábola: «Uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a
buscar fruto en ella, y no lo encontró. Dijo entonces al viñador: "Ya ves:
tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro.
Córtala. ¿Para qué va a ocupar terreno en balde?" Pero el viñador
contestó: "Señor, déjala todavía este año; yo cavaré alrededor y le echaré
estiércol, a ver si da fruto. Si no, la cortas."»Jesús les contestó: «¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos, porque acabaron así? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis lo mismo. Y aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de Siloé, ¿pensáis que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera.»
Reflexión
del Evangelio de hoy
Llamados
a la unidad
El
capítulo cuarto de la carta a los Efesios es un llamamiento a la unidad.
Situamos a Pablo en la cárcel y cautivo de una causa divina, anima a sus fieles
a mantenerse firmes, y nos propone contemplar a la Iglesia como signo e
instrumento de la humanidad hacia la unidad de Dios. Los dones de Cristo son la
medida de lo que se nos ha concedido, a saber, las gracias particulares
destinadas al servicio de la Iglesia.
La
plenitud de la humanidad está en Cristo y la Iglesia nos conduce hacia nuestra
propia madurez, en la medida en que construyamos la comunión. La Jerarquía
establece conexiones, crea la unidad, trabaja por el porvenir de la humanidad,
promueve nuestro crecimiento hacia la plenitud.
Según la
Biblia de Jerusalén, cuando san Pablo dice “subió” y “repartió”, quiere
anunciar los misterios de la Ascensión del Señor y la efusión del Espíritu, los
cuales son custodiados por nuestra Madre Iglesia y favorecen nuestra vida al
pensar que, si Cristo ascendió a los Cielos y está con el Padre, también
nosotros seguimos el mismo camino; y ayudados por el Espíritu Santo, cada uno
crecemos como iglesia.
Llamados
a trabajar con paciencia
Lucas
menciona incidencias desconocidas: Pilato mezcla sangre de los galileos con la
de los sacrificios, la torre de Siloé que se desploma sobre dieciocho personas.
Al hacer una lectura en la fe nos encontramos con signos que Dios permite
porque quiere hablarnos a través de esas cosas. No hemos de pensar que las
víctimas de una desgracia reciben un castigo por sus pecados. Jesús nos da otra
interpretación, porque Él afirma que las desgracias no son un castigo divino
sino una invitación a la conversión. Los que escuchan a Jesús son invitados a hacer
penitencia. Naturalmente, los males son signos de la fragilidad humana y la
revisión de vida sobre los acontecimientos tiene que llevarnos a una conversión
personal. Es necesario trabajar para nuestra propia conversión y ser pacientes
con los otros.
En la
Parábola de la higuera estéril tenemos un elemento que apreciar de los signos
de los tiempos: la paciencia de Dios. Jesús habla en parábolas y relata
acontecimientos cercanos a quienes lo oyen. La higuera se seca y el viñador
quiere cortarla al no encontrar frutos en ella; para él es una cuestión de
urgencia, pero el cuidador compartiendo la vida dura de los pobres cultivadores
nos presenta un símbolo de Dios hacia nosotros: es la parábola de la paciencia.
En la
Orden de Predicadores hacemos hoy memoria litúrgica de Bartolomé de Vicenza,
sacerdote dominico del siglo XIII, teólogo, confesor del rey de Francia,
obispo, beato, hombre afortunado al recibir el hábito de manos de Santo Domingo
de Guzmán. Muy joven atraído por el ideal dominicano se incorporó a los frailes
Predicadores, y durante muchos años se dedicó a la predicación y trabajó por la
restauración de la paz, al igual que Pablo de Tarso vivió predicando la Buena
Noticia de Jesucristo y llamando a los fieles a la unidad. A ellos les pedimos,
que como apóstoles admirables para llevar la luz de la verdad y la paz y
concordia entre los pueblos, intercedan por nuestra Santa Madre Iglesia.
Monjas Dominicas Contemplativas
Monasterio Stma. Trinidad y Sta. Lucía (Orihuela)
Monasterio Stma. Trinidad y Sta. Lucía (Orihuela)
https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/27-10-2018/
No hay comentarios:
Publicar un comentario