Día litúrgico: Domingo V (B) de Pascua
Texto del Evangelio (Jn 15,1-8): En aquel tiempo,
Jesús habló así a sus discípulos: «Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el
viñador. Todo sarmiento que en mí no da fruto, lo corta, y todo el que da
fruto, lo limpia, para que dé más fruto. Vosotros estáis ya limpios gracias a
la Palabra que os he anunciado. Permaneced en mí, como yo en vosotros. Lo mismo
que el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid;
así tampoco vosotros si no permanecéis en mí.
»Yo soy la vid; vosotros los sarmientos. El que permanece
en mí y yo en él, ése da mucho fruto; porque separados de mí no podéis hacer
nada. Si alguno no permanece en mí, es arrojado fuera, como el sarmiento, y se
seca; luego los recogen, los echan al fuego y arden. Si permanecéis en mí, y
mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y lo conseguiréis. La
gloria de mi Padre está en que deis mucho fruto, y seáis mis discípulos».
Comentario: Rev. D. Joan MARQUÉS i Suriñach
(Vilamarí, Girona, España).
La gloria de mi Padre está en que deis mucho fruto
Hoy, el Evangelio presenta la alegoría de la vid y los
sarmientos. Cristo es la verdadera vid, nosotros somos los sarmientos y el
Padre es el viñador.
El Padre quiere que demos mucho fruto. Es lógico. Un
viñador planta la viña y la cultiva para que produzca fruto abundante. Si
nosotros montamos una empresa, querremos que rinda. Jesús insiste: «Yo os he
elegido a vosotros, y os he destinado para que vayáis y deis fruto» (Jn 15,16).
Eres un elegido. Dios se ha fijado en ti. Por el bautismo
te ha injertado en la viña que es Cristo. Tienes la vida de Cristo, la vida
cristiana. Posees el elemento principal para dar fruto: la unión con Cristo,
porque «el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la
vid» (Jn 15,4). Jesús lo dice taxativamente: «Separados de mí no podéis hacer
nada» (Jn 15,5). «Su fuerza no es sino suavidad; nada hay tan blando como esto,
y nada como esto tan firme» (San Francisco de Sales). ¿Cuántas cosas has querido
hacer sin Cristo? El fruto que el Padre espera de nosotros es el de las buenas
obras, el de la práctica de las virtudes. ¿Cuál es la unión con Cristo que nos
hace capaces de dar este fruto? La fe y la caridad, es decir, permanecer en
gracia de Dios.
Cuando vives en gracia, todos los actos de virtud son
frutos agradables al Padre. Son obras que Jesucristo hace a través tuyo. Son
obras de Cristo que dan gloria al Padre y se convierten en cielo para ti. ¡Vale
la pena vivir siempre en gracia de Dios! «Si alguno no permanece en mí [por el
pecado], es arrojado fuera, como el sarmiento, y se seca; luego (...) los echan
al fuego y arden» (Jn 15,6). Es una clara alusión al infierno. ¿Eres como un
sarmiento lleno de vida?
Que la Virgen María nos ayude a aumentar la gracia para
que produzcamos frutos en abundancia que den gloria al Padre.
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