Hoy damos respuesta a la pregunta que, movidos por
envidia, los "eruditos de Jerusalén" hacen al Señor. La doctrina de
Jesús y sus actuaciones sólo son comprensibles partiendo de su contacto
inmediato con el Padre, de la visión de Aquel que descansa «en el seno del
Padre» (cf. Jn 1,18). Es la palabra del Hijo: ¡de ahí su autoridad!
En Jesús se cumple la promesa del nuevo profeta. En Él se
hace plenamente realidad lo que en Moisés era sólo imperfecto: Jesús vive ante
el rostro de Dios como Hijo; vive en la más íntima unidad con el Padre. Sólo
aceptando este dato se puede entender verdaderamente la figura de Jesús, tal
como se nos muestra en el Nuevo Testamento.
—Jesús se retiraba «al monte» y allí oraba noches enteras,
«a solas» con el Padre. Estas breves anotaciones descorren un poco el velo del
misterio, nos permiten asomarnos a la existencia filial de Jesús y entrever el
origen último de sus acciones, de sus enseñanzas y de su sufrimiento.
Comentario: REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) (Città
del Vaticano, Vaticano).
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