Hoy, el Evangelio contrapone el mundo con los seguidores
de Cristo. El mundo representa todo aquello de pecado que encontramos en
nuestra vida. Una de las características del seguidor de Jesús es la lucha
contra el mal que se encuentra en el interior del hombre y en el mundo. Con
Jesús resucitado somos luz que ilumina las tinieblas.
Ni el cristiano, ni la Iglesia pueden seguir las modas del
mundo. El criterio único, definitivo e ineludible es Cristo. No es Jesús quien
se ha de adaptar al mundo; somos nosotros quienes hemos de transformar nuestras
vidas en Jesús. Cuando nuestra sociedad secularizada pide ciertos cambios o
licencias a los cristianos y a la Iglesia, simplemente nos está pidiendo que
nos alejemos de Dios. El cristiano tiene que mantenerse fiel a Cristo y a su
mensaje.
—Jesús resucitado, hazme valiente para proclamarte —sin
miedo— como nuestra luz y alegría. Espíritu Santo, transfórmame para ser capaz
de comunicar esto al mundo.
Comentario: Rev. D. Ferran JARABO i
Carbonell (Agullana, Girona, España).
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