Hoy podemos asomarnos al corazón de Cristo y, asombrados,
contemplamos la inmensidad del panorama que se nos descubre con ocasión de este
coloquio con su Padre. Un panorama infinito y eterno, pues su íntima unidad se
remonta hasta… "mucho antes" de la creación del mundo. Y es que
Cristo es el mismísimo Hijo eterno del Padre.
Del Padre que lo engendra espiritualmente, procede
eternamente como Hijo engendrado. Y del Padre procede también en el tiempo,
porque ha sido enviado al mundo con la misión de "tomarnos" del
mundo. Esta misión es como una continuación en el tiempo de su procedencia
filial del Padre.
—Padre Santo, gracias a tu amor, la filiación de tu Hijo
se ha "prolongado" en su encarnación salvadora. Quiero ser tu hijo en
tu Hijo. Ayúdame a serlo, por la asistencia del Espíritu Santo, Vuestro Divino
Amor, que ha sido derramado en nuestros corazones.
Comentario: Rev. D. Antoni CAROL i Hostench
(Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España).
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