martes, 26 de mayo de 2015

La llamada de Dios y la entrega del hombre (la vocación cristiana)


Hoy consideramos que la salvación requiere abrirse con fe a la gracia de Cristo, el cual, sin embargo, pone una condición exigente: «Ven y sígueme» (Mc 10,21). Los santos han tenido la humildad y la valentía de responderle "sí", y han renunciado a todo para ser sus amigos. Su único tesoro está en el cielo: Dios.

Comprender esto es fruto de la sabiduría, más valiosa que la plata y el oro. Es un don que viene de Dios y se obtiene con la oración. Esta sabiduría no ha permanecido lejos del hombre, se ha acercado a su corazón, tomando forma en la Ley de la primera Alianza sellada entre Dios e Israel. Esta Ley la dio Moisés: es necesaria, pero no suficiente…, porque la salvación —la santidad— viene de la gracia por medio de Jesucristo.

—Pedro y los demás Apóstoles, e innumerables amigos de Dios, han recorrido este itinerario evangélico, que es exigente pero colma el corazón, y recibieron "cien veces más"…, porque para Dios no hay imposibles.

Comentario: REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) (Città del Vaticano, Vaticano).

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