Hoy, alabamos a Dios no sólo por las maravillas realizadas
por Él, sino por la belleza y la bondad de su Ser. Contemplamos la realidad más
profunda de su "Corazón": la Unidad en la Trinidad de Personas
Divinas; suma y profunda comunión de amor y de vida.
Dios es Uno en cuanto que es todo y sólo Amor. En
consecuencia, Dios es apertura, acogida, diálogo... El Dios misterioso no es
una soledad infinita; es un acontecimiento de amor. En Él existe un
"Yo" y un "Tú": el Hijo que habla con el Padre, y ambos son
Uno con el Espíritu, el cual es la "atmósfera" del dar y del amar que
hace de Ellos un único Dios.
—En tu "apertura", Dios Trinidad, te has
entregado "a" y "por" los hombres: el Padre, que pone a
nuestra disposición lo que más ama; el Hijo que se despoja de su gloria para
entregarse a nosotros; y el Espíritu, que sale del sereno abrazo divino para
inundar los desiertos de la humanidad.
Comentario: REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de
textos de Benedicto XVI) (Città del Vaticano, Vaticano).
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