Hoy, después de la "purificación" del Templo,
Jesús «enseñaba»: «‘Mi Casa será llamada Casa de oración para todas las gentes
(…)’». En esta síntesis de la "doctrina" de Jesús sobre el Templo
están como fundidas dos palabras proféticas.
Primero, la visión universalista del profeta Isaías
(56,7): en el futuro, en la casa de Dios, todos los pueblos adorarán al Señor
como único Dios. Aunque Jesús limita conscientemente su intervención a Israel,
siempre está movido por la tendencia universalista de "abrir" a
Israel, para que todos puedan reconocer en el Dios de Israel al único Dios de
todo el mundo. Segundo, ahí se entrelaza aquella palabra de Jeremías (cf.
7,11): «‘Habéis hecho de mi casa una cueva de bandidos’». Jeremías se batía
apasionadamente por la unidad entre culto y vida en la justicia delante de
Dios; luchaba contra una politización "judía" de la fe y del templo…
—Jesús, Tú eres el "Nuevo Templo" donde todos
los hombres encontramos a Dios y, también, donde todos los hombres nos
encontramos en Dios.
Comentario: REDACCIÓN evangeli.net
(elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) (Città del Vaticano, Vaticano).
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