El Obispo de Chachapoyas, Monseñor Emiliano Martínez,
informó que el pasado mes de febrero se reunió en Roma el Congreso peculiar de
Consultores Teólogos para examinar la positio de la causa de canonización de
Monseñor Octavio Ortiz Arrieta, quien rigió los destinos de la Diócesis de Chachapoyas durante los años 1921 a 1958.
El referido congreso dio parecer favorable a la fama de
santidad y al ejercicio de las virtudes cristianas de este obispo salesiano
peruano. Dentro de este mismo año está prevista la reunión del Congreso de
Cardenales y Obispos para examinar esta misma causa a la vista del parecer de
los teólogos.
De recibir también parecer favorable, la causa quedaría en
manos del Santo Padre para la declaración de “Venerable”. Es importante dar a
conocer la figura de este virtuoso prelado y encomendarse a su intercesión,
pues siempre será necesario el respaldo de lo Alto con el milagro exigido para
la declaración de beato.
Esta información fue proporcionada por don Pierluigi
Cameroni, Postulador de la Causa.
La positio es un conjunto de documentos utilizados en el
proceso por el cual una persona es declarada venerable, en el camino hacia la
santidad. Estos documentos, recoge los datos obtenidos por una investigación
diocesana sobre las virtudes heroicas de un candidato en una forma adecuada
para su presentación a la Congregación para las Causas de los Santos.
Monseñor Octavio Ortiz Arrieta nació en Lima el 19 de
abril de 1878. Desde niño tuvo apego a la virtud haciendo surgir muy
tempranamente su vocación sacerdotal. Llegó a sus oídos la noticia del nuevo
Oratorio Festivo de los padres Salesianos en 1892 y comenzó a frecuentarlo. Fue
recién en diciembre de 1893 que fue admitido como interno para seguir la
formación sacerdotal salesiana.
En 1902, Ortiz Arrieta recibió la profesión perpetua y
para 1906 fue enviado a Piura donde la Congregación abría una nueva obra. Pasó
al Cusco en 1916 y para 1920 a la obra del Callao, siempre como director.
En noviembre de 1921 lo sorprendió su nombramiento como
Obispo de Chachapoyas, que recién se formalizó en 1922 con la Consagración
Episcopal. Una de sus primeras actividades fue ordenar el catecismo en las
iglesias, comenzando por dar el ejemplo al preparar a los niños que iban a la
primera comunión. Octavio fue un auténtico obispo misionero, siendo las visitas
pastorales las de más arduo trajín.
Fundó y sostuvo un periódico, abrió una escuela nocturna
para los obreros que carecían de instrucción primaria, inauguró una escuela
rural para mujeres, gestó un Colegio Nacional de Mujeres y exigió al Gobierno
que cumpliera su promesa de construir una carretera de penetración
Cajamarca-Chachapoyas como también la planta eléctrica, el agua y el desagüe
para la ciudad. Es decir, un obispo al servicio de su pueblo, preocupado tanto
de su salud espiritual como material.
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