Ciudad del Vaticano, 30 abril 2012 (VIS).- La Pontificia Academia de Ciencias Sociales se ha reunido estos días en Roma para estudiar
durante su decimoctava sesión plenaria la aportación de la encíclica “Pacem in Terris” a la doctrina social de la Iglesia en el quincuagésimo aniversario de
su publicación.
En pleno apogeo de la Guerra Fría y cuando la opinión
pública se planteaba la cuestión de la proliferación de armas de destrucción de
masas, el Papa Juan XXIII escribió
una 'carta abierta al mundo'; un “apremiante llamamiento (...) para promover en
todos los ámbitos sociales, nacionales e internacionales la causa de la paz y
la justicia”. Así lo ha recordado Benedicto XVI en un mensaje, publicado hoy y dirigido a Mary Ann Glendon, presidente
de la Pontificia Academia.
“Aunque el escenario político mundial haya cambiado
significativamente en el último medio siglo -escribe el Papa- la visión de Juan XXIII todavía tiene mucho que
enseñarnos ahora, cuando nos enfrentamos a los nuevos retos para la paz y la
justicia en la era de la Postguerra Fría, en medio de la continua proliferación
de armas”. La 'Pacem in Terris' “era y es un fuerte aldabonazo para participar
en un diálogo creativo entre la Iglesia y el mundo, entre creyentes y no
creyentes, como el Concilio Vaticano II se propuso promover”. La encíclica “da
una visión completamente cristiana del lugar del hombre en el cosmos, confiando
en que al hacerlo, ofrezca un mensaje de esperanza a un mundo que está
hambriento de ella. Se trata de un mensaje que puede llegar a la gente de todas
las creencias y de ninguna, porque su verdad esta al alcance de todos”.
“En ese mismo espíritu, después de los atentados
terroristas que sacudieron el mundo en septiembre de 2001, el beato Juan Pablo II insistió en que no puede
haber "paz sin justicia, ni justicia sin perdón". La noción de perdón
tiene que abrirse camino en el discurso internacional sobre la resolución de
conflictos, para transformar el lenguaje estéril de la recriminación mutua que
no lleva a ninguna parte. Si la criatura humana está hecha a imagen de Dios, un
Dios de justicia que es 'rico en misericordia' estas cualidades deben
reflejarse en la resolución de los asuntos humanos (...) El perdón no es una
negación del error sino una participación en la curación y el amor
transformador de Dios que reconcilia y restaura”.
“Los errores históricos y las injusticias se pueden
superar solamente si los hombres y las mujeres se inspiran en un mensaje de
recuperación y esperanza; un mensaje que señale un camino para salir del
atolladero en que, tan a menudo quedan encerradas las personas y las naciones,
sin poder salir del círculo vicioso de la violencia. Desde 1963, algunos de los
conflictos que entonces parecían insolubles han pasado a la historia. Con esa
perspectiva, luchemos por la paz y la justicia en el mundo de hoy, confiando en
que nuestra búsqueda común del orden establecido por Dios, en un mundo en el
que todo ser humano goce del respeto que le es debido, puede dar y dará
frutos”, concluye el Santo Padre.
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