martes, 1 de mayo de 2012

Perenne actualidad de la encíclica ‘Pacem in Terris’



Ciudad del Vaticano, 30 abril 2012 (VIS).- La Pontificia Academia de Ciencias Sociales se ha reunido estos días en Roma para estudiar durante su decimoctava sesión plenaria la aportación de la encíclica Pacem in Terris a la doctrina social de la Iglesia en el quincuagésimo aniversario de su publicación.

En pleno apogeo de la Guerra Fría y cuando la opinión pública se planteaba la cuestión de la proliferación de armas de destrucción de masas, el Papa Juan XXIII escribió una 'carta abierta al mundo'; un “apremiante llamamiento (...) para promover en todos los ámbitos sociales, nacionales e internacionales la causa de la paz y la justicia”. Así lo ha recordado Benedicto XVI en un mensaje, publicado hoy y dirigido a Mary Ann Glendon, presidente de la Pontificia Academia.


“Aunque el escenario político mundial haya cambiado significativamente en el último medio siglo -escribe el Papa- la visión de Juan XXIII todavía tiene mucho que enseñarnos ahora, cuando nos enfrentamos a los nuevos retos para la paz y la justicia en la era de la Postguerra Fría, en medio de la continua proliferación de armas”. La 'Pacem in Terris' “era y es un fuerte aldabonazo para participar en un diálogo creativo entre la Iglesia y el mundo, entre creyentes y no creyentes, como el Concilio Vaticano II se propuso promover”. La encíclica “da una visión completamente cristiana del lugar del hombre en el cosmos, confiando en que al hacerlo, ofrezca un mensaje de esperanza a un mundo que está hambriento de ella. Se trata de un mensaje que puede llegar a la gente de todas las creencias y de ninguna, porque su verdad esta al alcance de todos”.

“En ese mismo espíritu, después de los atentados terroristas que sacudieron el mundo en septiembre de 2001, el beato Juan Pablo II insistió en que no puede haber "paz sin justicia, ni justicia sin perdón". La noción de perdón tiene que abrirse camino en el discurso internacional sobre la resolución de conflictos, para transformar el lenguaje estéril de la recriminación mutua que no lleva a ninguna parte. Si la criatura humana está hecha a imagen de Dios, un Dios de justicia que es 'rico en misericordia' estas cualidades deben reflejarse en la resolución de los asuntos humanos (...) El perdón no es una negación del error sino una participación en la curación y el amor transformador de Dios que reconcilia y restaura”.

“Los errores históricos y las injusticias se pueden superar solamente si los hombres y las mujeres se inspiran en un mensaje de recuperación y esperanza; un mensaje que señale un camino para salir del atolladero en que, tan a menudo quedan encerradas las personas y las naciones, sin poder salir del círculo vicioso de la violencia. Desde 1963, algunos de los conflictos que entonces parecían insolubles han pasado a la historia. Con esa perspectiva, luchemos por la paz y la justicia en el mundo de hoy, confiando en que nuestra búsqueda común del orden establecido por Dios, en un mundo en el que todo ser humano goce del respeto que le es debido, puede dar y dará frutos”, concluye el Santo Padre.

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