Hoy día —a la vista de las desgracias que ocurren en
nuestro mundo— es frecuente la pregunta: "¿Dónde está Dios?". Jesús,
de un modo misterioso, afirma que le volveremos a ver, y que eso nos causará
gozo. Además, nos ha desvelado el rostro de Dios: Él es Padre.
A Dios no se le escapa el mundo de las manos. Él no ejerce
un "gobierno policial" (como solemos hacer nosotros), sino
providencial. Dios no es un "arbitro". Como Padre providente, Dios
"deja hacer", pero "no nos deja". Es decir, respeta los
dinamismos de este mundo (las leyes de la naturaleza y las decisiones de
nuestra libertad, incluso las erróneas), pero —en su infinita bondad y
sabiduría— lo reconduce todo hacia la salvación de la humanidad. Ejemplos:
César Augusto, Herodes, Poncio Pilatos, aun actuando erróneamente, fueron
instrumentos providenciales al servicio de nuestra redención…
—Jesús, quisiera decir a todos: no nos inventemos
"dioses"; dejemos que Dios sea Dios, y confiémonos con gozo a sus
"brazos" de Padre.
Comentario: Rev. D. Antoni CAROL i Hostench
(Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España).
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