Obispo
y Fundador de los Oblatos de María Inmaculada
Carlos José Eugenio de Mazenod nació en Aix-en-Provence,
Francia, el 1 de agosto de 1782. Su padre ocupaba un importante cargo político
por lo que la familia gozaba de una posición acomodada. El pequeño Eugenio
poseía un temperamento autoritario e irascible; pero también una gran nobleza
de corazón: en una ocasión, movido por la compasión, cambió sus ropas con las
de un niño carbonero.
En la primavera de 1794, la familia tuvo que abandonar el
país por razones políticas estableciéndose en Venecia. Eugenio, siendo
extranjero, no tenía amigos ni acudía a la escuela. Un sacerdote, el P. Bartolo
Zaneli, lo tomó bajo su cuidado de modo informal. Gracias a esta amistad,
Eugenio comenzó a sentirse atraído por el sacerdocio. Posteriormente, siempre
por razones políticas, los Mazenod se trasladaron a Sicilia para volver más
tarde a Francia. Durante este período, Eugenio llevó una intensa vida social,
cuya frivolidad y superficialidad le aburría y hastiaba. Así, insatisfecho y
deseoso de un sentido más profundo para su existencia, el 12 de octubre de 1808
llamó a las puertas del seminario de san Sulpicio. Debido a su madurez y celo por
las almas, los superiores del seminario lo promovieron tres años más tarde a
las sagradas órdenes.
En octubre de 1812 comenzó su ministerio sacerdotal en la
región de Provenza, dedicándose especialmente a los pobres. Queriendo remediar
el empobrecimiento espiritual de éstos a causa de la reciente revolución
laicizante, fundó en Aix una asociación de sacerdotes seculares. Sus miembros
recorrían la Provenza predicando en provenzal y de modo sencillo, buscando
sobre todo la instrucción del pueblo en la doctrina cristiana. La asociación
pronto se convirtió en la congregación de los Oblatos de María Inmaculada.
El Carisma Oblato
“Me ha enviado a evangelizar a los pobres, los pobres son
evangelizados” Son las palabras que encontramos escritas en el escudo oblato.
San Eugenio de Mazenod, tras haber experimentado el Amor de Cristo Salvador en
la Cruz, se sintió llamado a una vocación singular y así lo transmitió a sus
primeros compañeros, “llamados a ser los cooperadores de Cristo Salvador”. En
tan pocas palabras se encuentra recogido lo central del carisma.
León XII la aprobó, a pesar de la oposición de algunos
obispos franceses, diciendo: “Me agrada esta sociedad; sé el bien que hace y
quiero favorecerla”.
Obispo de Marzella
La misión del P. Mazenod como fundador hasta cierto punto
había terminado, pero aún le esperaba un nuevo encargo: la diócesis de
Marsella. El P. Eugenio, o mejor, Mons. Eugenio Mazenod tomó posesión el 24 de
diciembre de 1837. Todo el espíritu de la congregación por él fundada se
derramó sobre Marsella. En su deseo de estar cerca del pueblo, todos los días
recibía a las personas desde las 10:00 de la mañana hasta las 2:00 de la tarde,
sin necesidad de cita. Realizaba frecuentes visitas pastorales y pidió a sus
sacerdotes que predicaran de forma sencilla explicando el credo, la santa misa
y el evangelio.
Luchó incansablemente por la libertad de enseñanza hasta
lograr, con la promulgación de la ley Falloux, el derecho a la clase de
religión. Creó 22 nuevas parroquias, edificó numerosas iglesias —entre ellas la
misma catedral— y se establecieron 31 congregaciones religiosas en su diócesis.
A pesar de su intensa actividad apostólica y de los
sacrificios que ésta imponía a su cuerpo, pudo gozar de una larga vida. El
obispo que predicaba en provenzal y había hecho de los pobres sus hijos predilectos,
partió para el abrazo con el Padre el 21 de mayo de 1861, a la edad de 79 años.
Fue canonizado el 3 de diciembre de 1995 por el papa Juan Pablo II.
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