Hoy contemplamos a Jesucristo dando las últimas
"instrucciones" a los Apóstoles, poco antes de su
"partida". La enseñanza y el mandato son claros: debemos amarnos como
Él mismo nos amó. ¿Hasta qué punto? Hasta la muerte, entregándolo todo por los
hermanos: así es el amor de caridad.
La caridad sería como la "ética divina", el amor
al estilo divino. Para nosotros es una "novedad". Antes de Cristo ya
existían diversos sistemas éticos (la ética aristotélica…) y jurídicos (el
Derecho Romano…). Pero Dios va más allá: nos destina a amar tal como las
Personas Divinas —Padre, Hijo y Espíritu Santo— se aman y nos aman. Un amor que
—sin anularlos— apunta mucho más allá de lo útil y de lo placentero: es la
búsqueda del bien y de la perfección del otro.
—Jesús, tú eres Dios y te has hecho Hombre "para
mí". Enséñame a amar hasta "existir para los otros", hasta poder
decir al hermano: soy feliz porque te hago feliz.
Comentario: Rev. D. Antoni CAROL i Hostench
(Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España).
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