No podemos
transformar el Padre nuestro en Madre nuestra.
Jesús enseñó a rezar a Dios como “Padre nuestro” y por
esto la Iglesia, por tradición, ha utilizado siempre el apelativo de Padre. La
Biblia usa también la imagen de la madre, pero sólo para poner de relieve la
solicitud amorosa de Dios.
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