Obispo.
Martirologio Romano: San Agustín, obispo de
Canterbury, en Inglaterra, el cual, habiendo sido enviado junto con otros
monjes por el papa san Gregorio I Magno para predicar la palabra de Dios a los
anglos, fue acogido de buen grado por el rey Etelberto de Kent, e imitando la
vida apostólica de la primitiva Iglesia, convirtió al mismo rey y a muchos
otros a la fe cristiana y estableció algunas sedes episcopales en esta tierra.
Murió el día 26 de mayo (604/605)
Etimológicamente: Agustín = Aquel que es venerado,
es de origen latino.
La Gran Bretaña, evangelizada desde los tiempos
apostólicos (según la leyenda, el primer misionero que desembarcó en la isla
fue José de Arimatea), había recaído en la idolatría después de la invasión de
los sajones en el quinto y sexto siglo. Cuando el rey del Kent, Etelberto,
se casó con la princesa cristiana Berta, hija del rey de París, éste le pidió
que fuera erigida una iglesia y que algunos sacerdotes cristianos celebraran
allí los ritos sagrados. Cuando el Papa san Gregorio Magno supo la noticia,
juzgó que los tiempos estaban maduros para la evangelización de la isla. Le
encomendó la misión al prior del monasterio benedictino de San Andrés, cuya
principal cualidad no era la valentía, sino la humildad y la docilidad. Ese
monje era Agustín.
En el año 597 salió de Roma encabezando un grupo de
cuarenta monjes. Se detuvo en la isla de Lérins. Aquí le hablaron del
temperamento belicoso de los sajones, y esto lo aterró hasta el punto de
hacerlo regresar a Roma a pedirle al Papa que le cambiara de programa. Para
animarlo, Gregorio lo nombró abad y poco después, casi para hacerle dar el paso
definitivo, tan pronto llegó a Galia, lo hizo consagrar obispo. Continuó su
viaje con breves etapas. Finalmente llegó a la isla británica de Thenet, a
donde el rey fue personalmente a darle la bienvenida, por invitación de su
piadosa esposa.
Los misioneros avanzaron hacia el cortejo real en
procesión y cantando las letanías, según el rito recientemente introducido en
Roma. Para todos fue una feliz sorpresa. El rey acompañó a los monjes hasta la
residencia que le habían preparado en Canterbury, a mitad de camino entre
Londres y el mar, en donde se levantó la célebre abadía que después llevará el
nombre de Agustín, corazón y sagrario del cristianismo inglés. La obra de los
monjes misioneros tuvo un éxito inesperado, pues el mismo rey pidió el
bautismo, llevando con su ejemplo a miles de súbditos a abrazar la religión
cristiana.
El Papa se alegró con la noticia que llegó a Roma, y
expresó su satisfacción en las cartas escritas a Agustín y a la reina. El santo
pontífice envió con un grupo de nuevos colaboradores el palio y el nombramiento
a Agustín como arzobispo primado de Inglaterra, y al mismo tiempo lo amonestaba
paternalmente para que no se enorgulleciera por los éxitos alcanzados y por el
honor del alto cargo que se le confería. Siguiendo las indicaciones del Papa
para la repartición en territorios eclesiásticos, Agustín erigió otras sedes
episcopales, la de Londres y la Rochester, consagrando obispos a Melito y a
Justo.
El santo misionero murió el 26 de mayo del 604 y fue
enterrado en Canterbury en la iglesia que lleva su nombre.
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