Abad y Obispo.
Son bastante confusas las noticias que tenemos sobre este
santo muy venerado en las tierras de Rioja y Navarra.
Se le conoce como abad del monasterio de san Cosme y san
Damián, en Roma.
El papa Juan XVIII
lo hace obispo de Ostia y luego lo eleva al cardenalato, pasando a ser
Bibliotecario Apostólico, puesto que mantuvo durante cuatro papados. Participa
en el gobierno de la Iglesia, tomando parte en asuntos arduos y complicados de
política exterior al tiempo que procura no descuidar el ministerio pastoral.
Parece ser que vino a España en la primera mitad del siglo
XI, como Legado papal ante las Cortes de Burgos y Pamplona. Muy probablemente
tuvo que ver su envío desde Roma con las cuestiones relativas a la organización
eclesiástica de España en una coyuntura en la que se hacía muy necesaria la
determinación de los límites de las diócesis que era origen y fuente de
numerosos conflictos y no sólo por interferencias de jurisdicción episcopal,
sino también por la pertenencia a distintos soberanos. Ello conllevaba
negociaciones con los reyes y con los obispos interesados, y para esa labor
hacía falta un hombre con tacto político y gran sentido eclesial.
Era asunto difícil y espinoso por los muchos intereses que
encerraba era la delimitación de la diócesis de Valpuerta cuya extensión
perteneció en gran parte a la desaparecida diócesis visigoda de Calahorra y que
llegó a perdurar hasta el 1086, después de la muerte del santo, fecha en que
quedó incorporada a Burgos (Campus Castellae) que absorbió en torno a sí a
todos los obispados circundantes.
También en el sur de Pamplona, en torno a Nájera, erigen
los reyes Santa María la Real como panteón real. Ya había aparecido la figura
del Nagalensis o Navarensis o Nazarensis episcopus desde el 925, abarcando las
fronteras diocesanas hasta territorios que interfieren Valpuerta y Alava, amén
de ocupar toda la Rioja, donde habían proliferado, durante los tres siglos de
dominación musulmana, y con la ilusión de ser cada una la continuidad de
Calahorra, las diócesis de Albelda, Castella Vetus, San Millán de la Cogolla y
Nájera, cuya historia constituye una verdadera maraña, complicada aún más
todavía por la presencia de prelados auxiliares u honorarios hasta que se
reconquistó Calahorra, en el 1046, y recuperó su antigua capitalidad,
aglutinando a las mencionadas.
No siempre dieron buen fruto, o el fruto apetecido, las
negociaciones del Legado, pero sí que pudieron hacerse sin discordias entre los
reyes y sin enfrentamientos entre los obispos y, desde luego, sentaron las
bases para que la obra trascendiera al gestor.
Gregorio no olvidó nunca lo principal de su persona, el
ejercicio del ministerio sacerdotal. Predicó en Calahorra y Logroño entre otras
poblaciones de la Rioja y Navarra, destacando en sus pláticas la necesidad de
conversión y penitencia. Parece ser que esta fue la ocasión en que santo
Domingo de la Calzada vivió algún tiempo en su compañía, sirviéndole de paje.
Se cuenta que en cierta ocasión libró los campos riojanos
de una plaga de animalitos, y por eso le invocan los agricultores de una manera
especial contra la langosta.
Vivió alrededor de cinco años en España.
Agotado y enfermo se retiró a Logroño donde parece que
murió alrededor del año 1044; pero su cuerpo se venera en la iglesia de san Gregorio
de Pinave, entre Viana y Logroño.
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