Hoy seguimos sumidos en el sermón de la Última Cena,
durante el cual Jesucristo mencionó tres veces al Espíritu Santo, el
Consolador. Ahora anuncia a los Apóstoles que el fruto de su
"marcharse" de este mundo será el envío del Paráclito.
En Dios existe un "Yo" y un "Tú":
existe el Hijo que habla con el Padre; y ambos son uno en el Espíritu, que es,
por decirlo así, la atmósfera del dar y del amar que hace de ellos un único
Dios. A través de Jesús penetra nuestra mirada en la intimidad de Dios: con Él,
Dios salió también de su intimidad y vino a nuestro encuentro. Esto se realiza,
ante todo, en su vida, pasión, muerte y resurrección; en su palabra. Pero Jesús
no se contenta con salir hacia nosotros. ¡Quiere más!: quiere unificación.
—Jesús muere y resucita, y ahora ya no se encuentra en un
lugar determinado, sino que su Espíritu es enviado y entra en nuestro corazón,
uniéndonos así con Dios Uno y Trino.
Comentario: REDACCIÓN evangeli.net
(elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) (Città del Vaticano, Vaticano).
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