Obispo.
Martirologio Romano: En Arlés, en la región de
Provenza (Francia), san Hilario, obispo, que, después de llevar vida eremítica
en Lérins, fue promovido, muy a su pesar, al episcopado, en donde trabajando
con sus propias manos, vistiendo una sola túnica tanto en verano como en invierno
y viajando a pie, manifestó a todos su amor por la pobreza. Entregado a la
oración, los ayunos y las vigilias, y perseverando en una predicación continua,
mostró la misericordia de Dios a los pecadores, acogió a los huérfanos y no
dudó en destinar para la redención de los cautivos todos los objetos de plata
que se conservaban en la basílica de la ciudad. († 449)
Arzobispo, nacido por el año 401; fallecido el 5 de Mayo
del 449.
El lugar preciso de su nacimiento es desconocido. Todo lo
que se ha dicho es que perteneció a una notable familia de la parte Norte de
Galia, de la cual probablemente descendió San Honorato, su predecesor de la
Sede de Arles.
Culto y rico, Hilario había calculado todo para asegurar
su éxito en el mundo, pero abandonó honores y riquezas ante las urgentes
demandas de Honorato, acompañándolo a la ermita de Lerins, que este último
había fundado y dedicándose él mismo bajo la santa obediencia a practicar la
austeridad y el estudio de la Sagrada Escritura.
Mientras tanto Honorato, quién había llegado a Arzobispo
de Arles, estaba a punto de morir. Hilario corrió a su lado y lo asistió en sus
últimos momentos. Estaba Hilario por partir de regreso a Lérins cuando fue
retenido por la fuerza y proclamado arzobispo en lugar de Honorato.
Obligado a ceder a esta coacción, emprendió resueltamente
las tareas de su pesado cargo, y asistió a varios concilios que tuvieron lugar
en Riez, Orange, Vaison y Arles.
Seguidamente empezó entre él y el Papa San Leo la famosa
riña que constituye una de las etapas más curiosas de la historia de la Iglesia
de Gallicia. En una reunión de obispos que presidió en el año 444 y en la que
estuvieron presentes San Euterio de Lyon y San German de Auxerre, destituyó por
incapacidad a un tal Cheldonius.
Este último se apresuró a ir a Roma, tuvo éxito en la
intercesión de su causa ante el Papa y como resultado fue reinstalado en su
sede. Hilario entonces solicitó al Papa San Leo que justificara su acción sobre
el asunto, pero no fue bien recibido por el soberano pontífice y fue obligado a
regresar precipitadamente a Galia.
Después de esto envió a algunos sacerdotes a Roma a
explicar su conducta pero sin ningún buen resultado. Además algunas personas
que estaban hostiles por dicho asunto llevaron varias acusaciones contra él a
la Corte de Roma, por lo cual el Papa excomulgó a Hilario, transfiriendo las
prerrogativas de su sede a Frejus y motivó la proclamación del Emperador
Valentiniano III con el famoso decreto que liberaba a la Iglesia de Viena de
toda dependencia de Arles.
Sin embargo hay razones para creer que una vez terminada
la tormenta, fue restaurada la paz rápidamente entre Hilario y Leo. Estamos
lejos de la época en que ocurrió esta memorable riña y los documentos que
pueden arrojar una luz sobre ella son muy pocos para permitirnos emitir un
juicio definitivo sobre esta causa y sus consecuencias.
Evidentemente existe el hecho que los respectivos derechos
de la Corte de Roma y de la ciudad no estaban suficientemente clarificados en
ese tiempo y que el derecho de apelación al papa, entre otros, no estaban
explícitamente reconocidos. Existe un número de escritos que se atribuyen a San
Hilario, pero están lejos de ser auténticos. Pere Quesnel los coleccionó todos
en un apéndice al trabajo en el que ha publicado los escritos de San Leo.
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