Hoy Jesucristo se nos presenta con la afirmación más
atrevida de todos los tiempos: Él y el Padre son uno. Se revela como Dios y
como el Hijo del Padre-Dios. Nunca ningún líder religioso había esgrimido tal
pretensión. Pero Jesús hace "obras" que sólo Dios puede realizar:
actúa y habla como Dios. Su "obra" definitiva fue su resurrección por
su propio poder.
Es realmente Hijo: es Alguien viviente que procede de otro
Viviente (el Padre), en igualdad de naturaleza (divina). Es pura
Filiación-Infinita: se distingue del Padre (por ser Hijo) y se identifica
plenamente con el Padre (porque es Infinito). Es Imagen perfectísima del Padre,
pues Éste —como Ser consciente— se conoce y tiene una Imagen de Sí. También
cada hombre tiene una imagen de sí mismo, pero en Dios es una Imagen
infinitamente perfecta, tanto que es una Persona divina: el Hijo que procede
del Padre por una "generación" intelectual.
—Dios mío, ¡me rindo ante tu infinita belleza!
Comentario: Rev. D. Antoni CAROL i Hostench (Sant Cugat
del Vallès, Barcelona, España).
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