Lunes 3 Sep 2018 | 11:17 am
Ciudad del Vaticano (AICA): El papa Francisco retomó, este lunes 3 de septiembre, sus
tradicionales misas matutinas en la capilla de la Casa Santa Marta, suspendidas
durante el receso veraniego. Reflexionando sobre el Evangelio del día, de san
Lucas, el pontífice subrayó durante su homilía que “La verdad es suave, la
verdad es silenciosa”, “con las personas que buscan solamente el escándalo, que
buscan solamente la división”, el único camino a seguir es el del “silencio” y
la “oración”.
Llegado a la sinagoga, Jesús es
acogido por una gran curiosidad: todos quieren ver con sus propios ojos las
grandes obras de las que fue capaz en otras tierras. Pero el Hijo del Padre
Celestial usa solo “la Palabra de Dios”, un hábito que adopta incluso cuando
“quiere vencer al Diablo”.
Y es precisamente esta actitud de
humildad la que deja espacio para la primera “palabra-puente”, aclara el Papa
Bergoglio, una palabra que siembra “duda”, que conduce a un cambio de
atmósfera, “de la paz a la guerra”, “del asombro a la indignación”. Con su
“silencio” Jesús vence a los “perros salvajes”, vence “al diablo” que “había
sembrado la mentira en el corazón”.
“No eran personas, eran una manada de
perros salvajes que lo expulsaron de la ciudad. No razonaban, gritaban... Jesús
callaba. Lo llevaron al borde del monte para tirarlo abajo. Este pasaje del
Evangelio termina así: “Pero Él, pasando entre ellos, comenzó a caminar”. La
dignidad de Jesús: con su silencio vence ese mundo salvaje y se va. Porque
todavía no había llegado la hora. Lo mismo sucederá el Viernes Santo: la gente
que el Domingo de Ramos había celebrado la fiesta para Jesús y le dijo “Bendito
seas, Hijo de David”, dijo “crucifícalo”: habían cambiado. El diablo había
sembrado la mentira en el corazón, y Jesús estaba en silencio”.
“Esto -dijo el Papa- nos enseña que
cuando existe esta manera de actuar, de no ver la verdad, permanece el
silencio”.
“El silencio que gana, pero a través
de la Cruz. El silencio de Jesús. Pero cuantas veces en las familias empiezan
las discusiones sobre política, sobre el deporte, sobre dinero y una y otra vez
esas familias terminan destruidas, en estas discusiones en las cuales se ve que
el diablo está allí que quiere destruir… silencio.
Expresar lo que sientes y luego
callar. Porque la verdad es suave, la verdad es silenciosa, la verdad no es
rumorosa. No es fácil, eso que ha hecho Jesús; pero existe la dignidad del
cristiano que está asegurada en la fuerza de Dios. Con las personas que no
tienen buena voluntad, con las personas que buscan solamente la destrucción,
incluso en las familias: silencio. Y oración”.
Por último el Santo Padre concluyó su
homilía con esta oración: “Que el Señor nos dé la gracia de discernir cuándo
debemos hablar y cuándo debemos callar. Y esto en toda la vida: en el trabajo,
en el hogar, en la sociedad, en toda la vida. Así seremos más imitadores de
Jesús”. + (con información de VaticanNews)
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